
Mellada por lo que la habían hecho el lado de la vida sin suerte buscaba refugio en un autismo aparentemente ridículo para quien la mirara. Un día quiso volver todo invisible para poder escuchar una música no hallada en ninguna otra parte, pura y solo de ella. Se la escapa de dentro su balada triste en un concierto de grandes ausencias. Iba con las fases lunares en su mirada y con las semanas cambiaba de interés hacía lo que significaba un empujón.
Sus ojos morían en vida, sin mirar fijamente, no encontraba la serenidad, se trasformo en un monstruo de iris grisáceo que solo contemplaba a la gente para localizar su falso relleno de lo que escondían, ese lado sucedánea de sus sonrisas la horrorizaba. Pero necesitaba hacerlo y desenmascarar al villano, pero al conseguirlo se consumía su interior. Pero aunque la decepción penetraba y quedaba tocada en cada unas de esas veces no paraba y seguía. Con esto, mermaba su trato amable y se fundía su alma por dentro. Permitiendo a cualquiera ser dueña de ella, de su cuerpo. Ella ya no quería seguir en él.
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