La cama se ha vuelto la trinchera de muchas batallas internas y
las sábanas sepultan un cuerpo que todavía no se ha dado por vencido. La sal de
los ojos corre en un rio sentimental con mirada borrosa y desordenada.
El ambiente se emborracha y gira los pensamientos sin sentido y
algo cobardes. Se esconde los suspiros bajo la cama con miedo de quedarse sin
aire.
El silencio es la compresión mística y profunda que hay entre la habitación
y la escasa luz que golpea las pupilas acuosas.
Tal vez mañana se pueda combinar mejor el día con la noche, tal
vez se pueda equilibrar las estaciones de ahí fuera.
Quien sabe dónde se habrá metido el corazón del inocente. Sigue intentando
ser el aventurera de las estrellas y hoy solo calla en su necesidad de calma . Todo
huele a quietud y a destrozo de
emociones. Todo se mece en un hilo de palabras lejanas.
Respiran los pensamientos y corren por dentro, y se van debilitando
hasta las ganas de retorcerse el llanto sin habla.
No puedo amar sin darlo todo ni puedo levantarme para mirar al cielo sin esculpir alma con
alma.