La luz del universo, la luz de los ojos de quién se ama. Es el rincón de los sueños.
El objetivo de la cámara
viernes, 31 de diciembre de 2010
Vale la pena
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Deja que te mire
martes, 28 de diciembre de 2010
Alféizar de mi ventana
domingo, 26 de diciembre de 2010
Lo llamado Espíritu...
jueves, 23 de diciembre de 2010
Sin comentarios
miércoles, 22 de diciembre de 2010
Antes... y después
lunes, 20 de diciembre de 2010
Y calla...
Y calla…la nostalgia, el susurro y un poco la vida. Palpita para salir hacia fuera, lo oscuro y siniestro, la raza más pura de lo malo, y sigue hacia delante la noche por dentro. Palpita el ruido huyendo de un camino de espinas, para convertirse en atrayente sinfonía. Palpita la manera de ver la verdad, cuando la mentira la atraviesan con la espada.
Y calla…la nostalgia, el susurro y un poco la vida. Palpita esa flor incompleta de pétalos, el riachuelo sin nombre, la alfombra de hierba que no desprende olor. Palpita el viento, ruge, siente y sabe llevar el calor de la hoguera, de las llamas… Palpita la caja donde se guarda lo arrebatado al día y a la noche, la suerte, la ilusión y la caida de ojos de cada reflejo de la luz de lo desaparecido.
Y calla…la nostalgia, el susurro y un poco la vida. Palpito y sonrío…
sábado, 18 de diciembre de 2010
Soñadora de sueños
jueves, 16 de diciembre de 2010
Estrella mojada
miércoles, 15 de diciembre de 2010
Borrón y cuenta nueva
martes, 14 de diciembre de 2010
Compañero de habitación
domingo, 12 de diciembre de 2010
La ciudad dormida
jueves, 9 de diciembre de 2010
Paseo por las nubes
lunes, 29 de noviembre de 2010
Amor Platónico
Las sonrisa del arco iris
sábado, 27 de noviembre de 2010
Ella es diferente
Fases de ideas
Mojada de pecado
Enemigos
viernes, 26 de noviembre de 2010
Sin valor
domingo, 21 de noviembre de 2010
Bosque
Pensamiento de una mujer
viernes, 19 de noviembre de 2010
El hombro sensible
Persigo cosas que ya han desaparecido. El tiempo es el culpable y el ladrón. Las últimas hojas tapan los pies por el camino, y el viento sospecha que le voy a contar algo al oído y se esconde. No es nada, solo es cada sentimiento apoyado en mi hombro. Para que me ayude a sostenerlos.
Se acercan hacia mi con su alma empapada en cada ojo. Lágrimas que no quieren quedarse dentro para siempre. No es tristeza, están bañadas de impotencia. Caen tan rápidas que no da tiempo ni a contarlas. Cristalizan el abrazo roto de llanto mudo, susurran al oído que no saben que hacer. Y la silueta en el suelo se adelanta para guiar a ambos. Cada cuerpo cercano se siente tembloroso ante el frío del mío. Mis manos están como témpanos que se van deshaciendose poco a poco. Consumen la expresiva candidez, roban la energía y la mirada de los ojos destraidos que me acompañan. Me llevo su húmeda tristeza en el hombro y doy la sonrisa conciliadora de un momento. Que nadie se atreve a irrumpir. Ni siquiera la inoportunidad de algún desalmado.
Estoy llena de abrazos, vago buscando más para completar la absurda colección de la tristeza. Mi alma reposa en silencio. Y ya no sé como parar la venida del dolor. El hombro carga con lágrimas de color negro, con olor a alcohol, con frases sin rima y desperdiciadas... No me quejo espero saber cual es el mejor momento. Busco la palabra amiga, el temeroso consejo y la fuerza que no tengo para regalar, sin pedir nada a cambio. Me llevo su dolor en el lado izquierdo. Cerca del corazón. La lluvia se posa en él cuando salgo a fuera. Se da cuenta de que aquel pequeño ángulo de dolor, es solo para agua salada, no dulce del cielo con azul alegría.
Estoy atrapada con las emociones encendidas, y merecen que selle aquello con un gesto de bondad. Me siento única, al no haber nadie con un hombro que sepa recoger el llanto, y guardarlo.
El arco iris muestra su sonrisa y cada nube me da suerte en lo alto. Parece que la niebla de hace un rato se ha ido a descansar. Cargo con pena de otros, con rabia. Surge lo guardado en el submundo de las dudas y los conflictos. Ahora sale todo hacia arriba para dejarlo marchar. Se ha manchado la ropa y el viento que aparece tarde, seca cada una de las manchas húmedas para aliviar tanta carga. Acaricio la zona y siento cada historia, cada momento y cada mirada vertida en la ropa. Se corta la respiración recordando...
No juego con mentiras, cuando el corazón late a su mismo ritmo. Entendiendo su rincón del dolor, del miedo... No me falta ese lado de mí cuerpo cálido y sensible para prestar en cada momento, pero si las palabras en ocasiones. Ellos saben que estoy allí, incluso antes de comenzar a seguir a mi sombra. El hombro es poseerdor de los abrazos, del cansancio y de la confianza tan esquiva a veces...