El objetivo de la cámara

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lunes, 30 de mayo de 2011

La mala gente


Verdugo sin techo de cariño, con goteras en el alma, y friso de contradicciones. Paseante de aquí para allá, para asustar a los siervos del día que no han sabido resguardarse durante la noche.

Malvado de agudeza y gravedad sospechosa, lleno de malos repertorios en vinilo, ya ni la aguja partida de dañados encuentros reproduce un sonido de confianza.

Mentira piadosa de los tipos sujetos al qué dirán?, qué diré?, y que me da igual tú conversación!!...Pinocho de charlas sin sentido común.

Falso encuentro en cada desvelo de un mundo lleno de fracasos con la cara maquillada de ojeras. Falsa vida, falsa meta, con el mismo camino de espinas, y matando el olor a rosas medio abiertas.

Mosca cojonera que apareces con las dudas, aterrizando junto a la permanente traición.

Presión en la sien de las cabezas cortadas, carroñero con sangre derramada por la tierra. Truco de magia sin trampa ni cartón. Con mucha trampa y cartones mojados, que apoyan su cuerpo los desventurados.

Hiena sin risas, pato con andares chulescos y saco de falacias peripuesto. Ancla sin barco a la deriva llegando a hundir el ego de quien supera sus sueños.

Cubo de agua helada que amenaza los huesos secos en los desiertos sin dunas, congelando la saliva dentro de la boca y despertando los truenos y echando las cortinas por el miedo.

Malo, malo eres... Malas sensaciones, mal qué te alimenta, mal pegado al cuerpo, mala lengua, mal amigo sin haberlo sido nunca.

El recuerdo amenaza



Sus palabras penetraron rasgando las ganas de seguir respirando… suspiro y aguanto las lágrimas a media noche...

Mato, muero, y no me voy lejos, porque ya lo estoy. Quedo enganchada una y otra vez al recuerdo acido de aquel instante. Latigazo. Herida que sangra en la mente que me empuja hacía lo más hondo. Aun duele, aun…Me aguanto chillar, morder y sentirme nuevamente con la correa al cuello. Fuera impulsos!, fuera errores!. Fuera lo que era ser yo y alguien más, para ser quien me apetezca...

No es suficiente con dar mi alma!, no es suficiente con poner mi corazón encima de su suelo!. No es suficiente el castigo que ejerce el recuerdo emborronando este mundo de colores con su niebla enloquecida. Repasa el dictado del pasado y los renglones machacados. Perecio la confianza, junto a la ilusión. Es tarde incluso para sentarse a escuchar nuevamente la canción no escrita. Lejos, me marcho lejos de ti, y de ti, y de todos. Me marcho a buscar un camino donde no tenga que preguntarme si andas a mi lado, detrás, o vas por delante.

Quiero vagar hacia la ciudad de los sueños buenos. Encontrar un patrón que me vista de novedades.

Quiero callar los fantasmas de este castillo traidor. Quiero sentarme en la sombra para perderme por las ramas y subir por la escalera de la vida. Quiero sentir que el pijama es mi mejor baza de conquista. Quiero que no te acueste sin saber que los ojos que sostienen mis pestañas, penden de la imagen de un mundo en que no hay nadie. De un mundo donde parece que hay que ir contracorriente, para no ir contra nadie.

Anoche mi cuerpo iluminaba en medio del eclipse de las verdades las mentiras que trepaban. El dique de los abrazos se desquebraja inundando la habitación, volviéndola acuosa y más marina que nunca. Los suspiros saltaban de mi boca hacía un suicidio rápido y profundo. Navegando las palabras infinitas en un barquito de papel hacía el oceano y su marismas.

Me gustaría que tus abrazos no acabaran nunca, porque en el nunca se siente todo de manera diferente. Y diferente es donde quiero estar, abrazada.

viernes, 27 de mayo de 2011

Mezclar por mezclar


Hace tiempo que no cojo y entro en el almacén de reactivos y huelo a ese olor que sobrecarga mis orificios nasales de las codiciadas formulas que saltan de dentro a fuera de un aprendiz de alquimia convertido ahora en ¿¿?¿?¿?¿?¿. Incluso ya no hablo de mezclar un componente con otro y de se forme una reacción endotérmica, exotérmica, ingeniosa, o desastrosa, que me haga caer en el error una y otra vez, volviéndome humana y vulnerable. Echo de menos compaginar la locura y la ciencia y vivir en ese ambiente de metafísica y enajenación extraterrestre. Muere algo dentro de mí al pensar que he dejado el laboratorio de sueños metidos en formol a la espera de que nadie los saque de allí. He olvidado como tratarlos, como ellos me han olvidado a mí.

Antes pretendía alcanzar a la lluvia y a su estremecimiento sujetándola con los 5 sentidos, mientras con las manos no temía abrazar al sol. No paso nada con cada cambio y las raices crecían más lentas, hasta que me paré a cortar el viento, para quedarme con sus mejores ráfagas y refrescar la pespectiva del presente, superándome. Cualquier tiempo pasado se murió y/o fue mejor. Y me queda la cordura suficiente para seguir y el desequilibrio viene a mí de forma tímida al acariciar las teclas de plástico del teclado. Sienten mis pupilas un gris pálido de noches de blanco y negro, donde la soledad se ha llenado de compañía reconfortante. He aprendido más en estos últimos minutos que en toda la vida.

He aprendido a que no soy una estrella apagada y ninguno de mis problemas, merecen que el universo se compadezca de los hechos de tristeza o de alegría, ni de los errores o los aciertos que han sucedido a lo largo del calendario viajero al que he ido tachando cada uno de esos momentos.

Un pasajero insinificante en un gran mundo lleno de gigantes esperando a ser absorbido por ellos, es como se siente la cobardía dentro de este traje de mujer tranquila que hoy visto. Cada día la vida suelta su mejor frase y su mejor momento y yo sin palabras y los hechos me dejan sin, sin, sin, sin…vendas, cuerdas, papeles y mentiras. Siendo yo misma la de antes, fuerte, serena, callada y diferente.

Mejor será ir gastando monedas sin valor y apostar de qué lado caería la suerte en todo esto. Sin valor, monedas sin valor, y sin sentimientos…Estamos tan ciegos y a la vez vemos más de lo que nunca podremos ver, quiero ver la luz de los reflejos en los lagos secos, el chasquido de los dedos sin fuerza, la sonrisa serena de tu mejor día, quiero que me esperes despierto cuando tus sueño no se completen sin estar junto a los míos. Debo pararme a mirar más allá de mis narices y más acá de mi memoria. Y encender la luz del cielo con la voz silenciosa, ausente, y segura.

Debo resolver el enigma de como la espuma tapa todo el cielo azul sin cambiar su rostro de eterno, y de cómo todavía me muero en cada amanecer por no saber como olvidar esos besos. Envidio a la tierra y al cielo inseparable, amándose, sintiendo cada cambio y refugiándose el uno en el otro…

Supongo que estoy DES-enamorada de la gente, de su mundo y de sus caras de niños buenos. Aún no es tarde para practicar un poco de lo que un día aprendi. Y poder volver a ser eterna como el cielo y fugaz como los sentimientos que mueren sin imaginación. Qué salga el sol en la mirada de cada jardín!.

miércoles, 18 de mayo de 2011

En el punto de mira

Levanta la mano y dice lo que primero se le ocurre para detener la catastrofe. Es lógico que no sé de cuenta que ya ha explotado su dolor en la sala. Es más todavía sigue pensando que su mano parara todo aquello antes de que todo llega a su fin. Es casi increible que no sea capaz nadie de mirar la imagen serena de él subido en su tarima, mientras todo es un caos a su alrededor. La noche está presente en la sala y cae al suelo sujetando entre sus dedos un chorro de sangre que mana de su pecho. La bala explota envuelta en un fuego cruel y mortal, desgarrando todo a su paso y sin sentirse amiga de nadie. Ejecuta sin pensar y directa hacía donde morira con giros rápidos estrangulando al aire. Cae al suelo la pistola caliente su cañon y humeante de sabores amargos buscando esconderse debajo de las baldosas. Miedo. Surge el pavor. Confusión y gritos se mueven por todos los lados... En medio del caos una sombra queda paralizada y mojada con un charco de orina con color a terror. Es de un testigo que aún permanece el la sala. No ha podido contener la micción y libre recorre por sus piernas, calando los zapatos y su sombra.

El balazo le ha partido el corazón en dos y la cara se crucifica de sensaciones de despedida. Está muerto pero el eco de sus ojos se escucha a lo lejos. No volverá a salir y decir lo que piensa. La sangre roja marca una figura asquerosa en el suelo. Nadie se acerca y los gritos presionan los oidos ensordeciendo al eco y al muerto ya muy muerto. El saco de carne rigida se enfría en el suelo a la espera de una manta y de quien de la orden de llevarselo de alli. Permanecerán en la retina sus palabras secretas. Y volverá a amanezar la verdad y la mentira, para volver a salir a la luz en otros labios y otra bala estará preparada en la recamara.

martes, 17 de mayo de 2011

Estaré esperando

El día que me muera se encenderá una estrella, y mi cuerpo yacera sobre una suave cama de algodones. Los últimos pasos seran dados por otros y me llevaran hacia la tierra que me acogera en sus entrañas... No sé como quiero que sea y no sé si estarán vendados mis ojos y si mi alma reconocerá la senda de luz que la atraiga. Me gustaría que fuera un día con arco iris y un azul intenso que emana entre las nubes. Quiero invitar a esas carreteras de colores en el cielo, a que desde allí arriba empiecen a pintar de tonos vivos el gris de este capítulo que ha llegado a su punto y final. Y que sigan con sus pinceladas hasta el nuevo libro lleno de inocencia. Quiero que solo esten las personas que me han querido con su corazón, sin que hayan sentido un momento de incentidumbre sobre mi. Necesito sentir por útima vez su confianza ciega.

Quiero mis aves volando y que todas ellas adopten la forma de golondrinas. Y que empiecen desde lo más alto hacia donde muere el cielo con giros suaves y lindas formas a planear cerca de mi lecho. Enserán a todos como saben esculpir flores silvestres arras del suelo. Me gustaría que sonaran las hojas de los árboles orquestando su danza y se llenaran de naranjas su ropaje.

Quiero saber que mi luz se va con el sol y que el apagón de mi cuerpo, es solo un paso hacia algo que me espera para darme la paz. Me encantaría poder volar entre las lágrimas y secar con un beso cada una. Oler a esperanza y ver como la senda recobra su verde brote.

Quiero que el día luzca muy bello y se despida con su cara más guapa, y sobrevuelen los dientes de león cargadas de sueños. Quiero que forme burbujas el eco y diga bonitos vocablos que calmen a todos.

Quiero que ese día nadie diga nada. Y que solo conserven las fotos donde sonrío. No quiero que el recuerdo cuelgue como soga en la garganta del que me extraña. Donde vaya sé que estaré bien, mirando desde la ventana de un jardín repleto de rosas rojas. A los que me miren melancolicos con días marchitos en su vida, que recuerden que me dieron su aroma en cada abrazo y aun lo siento muy cerca. Deben aprender a retoñar su savia. Y yo hasta donde pueda dejaré pequeños cachito de ánimo, lanzando desde allí arriba gravadas en pétalos mis bromas. Me encantaría que no apagaran sus risas con las puertas en cada portazo. Ni dejar que el amanecer sea un simple hecho del día, si no un volver a empezar con la suerte sujeta bien fuerte.

Quiero que el verbo amar perduré en mi a donde vaya y pueda dejar el perdón tallado en piedra en la piel del más duro. Me iré tan lejos como pueda mi alma recorrer en segundos, para aprenderme el camino y buscar acallar la mentira del mundo. De todos los mundos.

Quiero columpiarme entre nubes y sentir cosquillas, para acompañar a la luna y los solitarios sedientos de anhelos. No me gusta saber que después de mi no hay nada. Que después de nada no están todos. Ni si quiera sé si estoy viva ahora.

Quiero quereros y no olvidar, para poder volver a mi hogar en caso de dudas. sin cuerpo, pero con un alma limpia.

lunes, 16 de mayo de 2011

CEMENTO, ARENA, AGUA Y MUCHA VOLUNTAD


Estoy sentado en medio de la calle y podría ser un día perfecto. Estoy sentado en una silla de ruedas esperando a que alguien me ayude, porque parece que siempre alguien tiene que ayudarnos. Debo tener la palabra escrita en la cara “¡torpe en ruedas, AYUDAME!”. Todos miran de reojo y algunos con descaro, pero nadie me ayuda. No está tan lejos cada escalón el uno del otro. Me pondría de pie para subirlos y bajarlos, pero no quiero ofender a mi médico que me dijo que tenía las vértebras destrozadas. Cada vez que pasa una persona por mi lado le miro sus piernas y me las coloco a las mías. Ya me da igual que sean de un hombre o de mujer y me imagino que subo hacia arriba con ellas puestas. Tengo la sensación de que estando aquí, es muy importante tenerlas, me hacen sentirme inferior estar parado, sin poder conseguir pasar esta puñetera puerta oxidada con un montón de escalones delante.

Alguien se acerca y me pregunta que si me ayuda. Le respondo que con un poco de cemento, arena y agua podría crear una montaña para escalar y dejar las cosas a mi altura. Se ríe, cree que estoy de guasa. Mi amino va por días y según van las cosas…. Pero es verdad que necesito cemento, agua y arena, porque como no lo haga yo, nadie lo va a hacer por mí. Voy a tener que aprender a crear entradas a todas las puertas. Por lo menos empezar a creer que puedo y quiero entrar a cualquier lugar, me auto convenzo de que no me apetece entrar y no necesito entrar y no es así. Y esa sensación se la contagio a mis amigos que siempre están pensando quedar a tomar algo conmigo y en algún sitio adaptado para evitar dejarme fuera. Veo su frustración a veces en su cara cuando pasa estas cosas al ir con ellos. Todos decimos “Vamos a otro sitio que este no nos gusta”. No sabemos si nos gusta, o no, lo que sabemos es que nos separan forzosamente teniendo que estar unos adentro y otros afuera. Me jode, y mucho!!, pero sigo en mi empeño de cambiar algo las cosas. Todos queremos entrar, porque no lo ponen accesible para qué pase la vecina de enfrente si va con su carrito de paseo… esto me pasa a veces y siempre recaigo en el mismo enfado y en no parar en mi empeño. Podría desear que todo el mundo sintiera durante 24 h. lo que es vivir en una silla y ponerse en mi lugar, a lo mejor entendería un poco lo que pido. Algunos ni con esas aprenderían.

Llevo 30 años en esta ciudad y hay sitios que parecen que están en otro planeta y necesito un pasaporte especial para poder pasar, escaleras y más escaleras, no soy paralímpico, ni salto mini vayas, ni esquivo cráteres. Cada peldaño es una parte de frustración que cargo en está silla. Me gustaría hablar con quien lo dibujo. Seguro que estudió mucho sobre proyecto y su linealidad y todo eso, pero no entiendo en qué momento nos dejo de lado, y también hablaría con el tipo quién amaso el cemento y lo coloco en forma de escalones. Y les llamaría a los dos para que ellos me ayudaran llevándome en volandas hacia arriba con mi silla eléctrica, y verían que es más fácil que yo solito llegue y no tener que aguantar mi peso y lo pesada que es la silla. Algún día espero descubrir que es ir a un sitio y no tener que ir pidiendo las cosas.

Estoy enfadado y contesto mal a la gente a veces, luego me arrepiento, pero no entienden que cuando pido algo, no es solo para mí y un mero capricho. Estoy dando mi peor imagen, el tiempo avanza despacio y es un dramón ir de un sitio a otro sin acabar la meta. Además que van quedando las fuerzas y el ánimo por los suelos. No sé por qué ellos me colocan en el mismo camino de inicio y no me permiten terminar?. Estoy harto de hacer las cosas por teléfono y que me digan “acérquese hasta aquí”. “Sí, claro es un sito accesible”. La desilusión llega después de una rampa y más y más escaleras… Es un día de una larga amistad con la ciudad y sus barreras, enemistad diría yo. Hoy no puedo saber que hay en ese bar, ni en esa otra tienda. Están vacías de clientes ambos y yo en la calle queriendo entrar y ellos queriendo vender. Venden poco se les olvido venderme el paso libre a su local. ¡Ellos se lo pierden!. Continuo enfadado y me hacen perder mi tiempo. Cambiarán algún día, sé que cambiaran en eso estamos…

viernes, 6 de mayo de 2011

Lo que sea



Daría cualquier cosa por apoderarme de un pensamiento que haga cambiar a la tristeza y se parta en añicos, y con la perdida de esa cosa empecería a oler a la brisa perfumada de recuerdos, para quedarse el viento enganchado en ese instante en que la boca toma aire libre. Desvestida por dentro de un alma provista de historias malas, podría conseguir curvar el mundo hacía una sonrisa en pleno ciclón de los ojos borrachos de lágrimas. Y descansaría en cada nota musical sin ritmo y olvidadas que el silencio guarda, y que a veces presta al día un puñado de viejas canciones, para poder abandonar en una vuelta de tantas que se dan a la melancolía, que vive atrapada en esa puerta giratoria que llena de dudas al sanador de penas.


El sol no me deja verlas las estrellas, ni ver su cara de felicidad al morir la última que se esconde en sus ojos. Detrás de esos rayos que rasgan en trizas el cielo late un corazón deseoso de apartar la luz y ver lo que hay más alla de su imagen, que sujeta con un dedo el firmamento. Mirar a esa persona y encender con la máxima claridad los claros oscuros de su sonrisa puesta y eterna hace que empape toda la tierra prohibida y esas gotas que el aire agota se sienten al respirar cuando se acerca.

A veces la vida invita a caer y a descender a un barrio que no conoces, ni va contigo, ni si quiera viene en un mapa. Desde allí abajo, se ve todo más real y las aceras se sienten gruesas y duras, porque no han sido desgastadas con la suela de nadie inquieto. Y toca caminar por ellas y sentir sus grietas en cada paso. Dolor, sensación..., y valor, para no pararse ante ese mundo donde te ha dejado caer lo amargo.

Lo que sea pídeme por cambiar el final del cuento, lo que sea por cambiar una estrella sin nostalgia y colocarla en tú ventana cada noche. Todo lo que no se ha levantado cuando se tiro la toalla, aun permanece a nuestro lado, esperando a que se use cada suspiro muerto y se ascienda a un valle lleno de prados sin pisar, y se recobre la vista con tonos vivos, para ser los primeros en juntar con las manos el cielo y la tierra, ser los primeros en volcar en el precipicio los pesares, y dar de una vez con ese cielo en donde nos encontramos, y traer un trozo de universo hacia el rincón en el que hemos elegido sentarnos para ver pasar a las golondrinas. Pídeme lo que sea..., Pero no me pidas que te deje de querer.