El objetivo de la cámara

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viernes, 6 de mayo de 2011

Lo que sea



Daría cualquier cosa por apoderarme de un pensamiento que haga cambiar a la tristeza y se parta en añicos, y con la perdida de esa cosa empecería a oler a la brisa perfumada de recuerdos, para quedarse el viento enganchado en ese instante en que la boca toma aire libre. Desvestida por dentro de un alma provista de historias malas, podría conseguir curvar el mundo hacía una sonrisa en pleno ciclón de los ojos borrachos de lágrimas. Y descansaría en cada nota musical sin ritmo y olvidadas que el silencio guarda, y que a veces presta al día un puñado de viejas canciones, para poder abandonar en una vuelta de tantas que se dan a la melancolía, que vive atrapada en esa puerta giratoria que llena de dudas al sanador de penas.


El sol no me deja verlas las estrellas, ni ver su cara de felicidad al morir la última que se esconde en sus ojos. Detrás de esos rayos que rasgan en trizas el cielo late un corazón deseoso de apartar la luz y ver lo que hay más alla de su imagen, que sujeta con un dedo el firmamento. Mirar a esa persona y encender con la máxima claridad los claros oscuros de su sonrisa puesta y eterna hace que empape toda la tierra prohibida y esas gotas que el aire agota se sienten al respirar cuando se acerca.

A veces la vida invita a caer y a descender a un barrio que no conoces, ni va contigo, ni si quiera viene en un mapa. Desde allí abajo, se ve todo más real y las aceras se sienten gruesas y duras, porque no han sido desgastadas con la suela de nadie inquieto. Y toca caminar por ellas y sentir sus grietas en cada paso. Dolor, sensación..., y valor, para no pararse ante ese mundo donde te ha dejado caer lo amargo.

Lo que sea pídeme por cambiar el final del cuento, lo que sea por cambiar una estrella sin nostalgia y colocarla en tú ventana cada noche. Todo lo que no se ha levantado cuando se tiro la toalla, aun permanece a nuestro lado, esperando a que se use cada suspiro muerto y se ascienda a un valle lleno de prados sin pisar, y se recobre la vista con tonos vivos, para ser los primeros en juntar con las manos el cielo y la tierra, ser los primeros en volcar en el precipicio los pesares, y dar de una vez con ese cielo en donde nos encontramos, y traer un trozo de universo hacia el rincón en el que hemos elegido sentarnos para ver pasar a las golondrinas. Pídeme lo que sea..., Pero no me pidas que te deje de querer.

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