Soñamos

Mira, ven y contempla los rasgos sin señales del mar. Escucha sus latidos despertándose en el horizonte y veras como te enseño a calmar sus saltos oliendo su pensamiento fresco. Tenemos 4 días para convencernos de que lo que ven nuestros ojos. No es mentira, todos aquellos reflejos que aparta el viento a su paso son nuestros y de nadie más. Se pescan las sensaciones cromáticas de los azules. El color de lo que no se puede alcanzar yace delante de la tierra y su espuma ahogada de sueños viene a morir en nuestra piel. A lo lejos se ve que arrastra las ninfas de los bosques submarinos. Más allá del mar debe existir el lugar donde nace la luz, donde nacen las flores que sonríen y donde muere el dolor, ese dolor que agota por dentro y que no deja respirar.

La arena se permite la confianza de ir alojándose en los recovecos de lo más íntimo y poder saber a lo que sabe lo humano. Es tan efímera sentirla, y casi imposible que pueda quedarse dibujada en la piel. Su manto húmedo y sus aguas cargadas de realidades me hacen recordar lo que nada y nadie pudo dañar jamas. Mi felicidad. Volviéndome agua viva!

Es verdad que me siento parte del fuego que se apaga con el agua, parte de la lluvia dulce que duerme en aguas de sal y resalta en ese pedazo de arco iris que va de Este a Oste. Y parte de la unión de las olas al golpear en las rocas.

El sol despeja las nubes y mecha ardor en las palabras creando un silencio que hace que el ruido llene los espacios. Eclosiona la respiración suave de los labios y florecen los parpados, y las ganas de seguir navegando con los ojos.

Dejemos que todo se haga silencio y que la luz encienda nuestro universo. Mira y contempla el mar conmigo. Mira que el mar nos contempla.