Del amor a la obsesión

En esa fase cuando se evapora el aroma de los deseos. En ese momento en que se sepulta hondo la melancolía para contarte cosas al oido.

Caen y entran en las ruinas del lado más caótico y desmigado de la ironía las sensaciones.
Te vuelves presa del reloj del tiempo. Atada corta a un mini-mundo, y solo sabiendo vivir en el otro ser.

De esas últimas oportunidades de revivir entre los muertos. Montada en un tiovivo de desorden, creando un ambiente perenne y mareante. Pero aun siguiendo sedienta de amaneceres.
Mueres para saltar de la nada a la piel. Vives para saltar de la piel a las entrañas.

Estando resaca de tiempo, de risas y de llanto que acompañan. La espera se vuelve virutas que vas encontrando. Inyectada de palabras que surcan las venas. Sigues deseando ser su boca.

Solo ves enturbiado el si al cruzarse el olvido, el no de los recuerdos que aparecen y desaparecen. La rima plateada de las estrellas y la noche se queda cortada al saber lo que hay más allá de los secretos.

Viviendo dentro de esa parte ilógica, parte que salta y sobrevive entre las cenizas apagadas, y vuelve a trepar entre las sombras y a sacar de ti la luz del sol. No hay día para perder y dejarse vencer por el llamado imposible, aunque para ellos tengas que dejar cegada a las estaciones para que todas orienten su momento y crean que tu alma es su único refugio, y los ojos el balcón de sus suicidios. Siendo él tuyo para siempre.