Dicen que no hay límite si el alma te acaricia y se enreda en la brisa.
Dicen que no hay estrella que de noche no se cuele en los ojos siendo lecho de promesas. Y su luna se despierta y respira un poco de esas ganas de brillar y regalarse nueva al día.
Las palabras llegan más allá de la torpeza y se vuelvan un deseo y errantes. No han dejado de cambiar ni de sonar al marchar. Y tal vez entre los dedos, ya no importe, lo que no hay. Ahora lo que se busca es juntar un abrazo, unas risas, y volver al hogar… y llegar a reconocer de una vez en el reflejo de la lluvia a los buenos, y mojar al corazón y sus amantes.
Me ha costado decidir dar la espalda y callar… dicen tantas cosas las calles al quedarse tan desiertas que mi espalda ya no dice nada al colarse…como siempre llegará pronto el alba y gritara enseñando a la música a romper las cuerdas y a empezar a liberarse. Y las flores deberían volar, deberían sonreír y no pararse por encima de las nubes.
Y sobra ese trozo de soledad teñido de carmín y los charquitos de ilusiones derramadas. Y falta ese trozo de ventana abierta para poder asomarme. Y ya no puedo pasear por las sombras de los árboles… cada susurro de recuerdo han dejado de sentir…y como las hojas en otoño van a huir con el viento y alejarse.
Dicen, y dicen y dicen…que quien se marcha sin amar se le escapan las palomas y el tiempo...
Dicen que soñar contigo es un imposible… y quien quiere a estas alturas saber de posibles, si lo que no vamos a dejar es de soñar.... Arriesgarse es cosa de no salir sin más a la aventura y saber que se puede rozar con los labios al sol y quemarse.
Dicen que respirar junto a la locura no desecha las respuestas que herían, y se esconden las preguntas que callaban sentimientos. Ya no quiero saber como antes, ni no saber. Si el horizonte es un puente de escape al abismo del olvido, me quedo cogida en su parpadeo al mirarlo. Me quedo acunando sin saber hasta cuando pueda amarme y cruzar al otro lado como el aire.
