En ti me amo

La voz hila suavemente y atrapa con su cazamariposas el enigmático brote de cada beso perfumado que se entregan cuando es seducido por las musas. Brotes con aroma de savia que germinan y luchan por alcanzar su loca corazonada y por dar con la melodía que guía a cada estrella.

Cada momento que la luz aparece se vuelve osada y crea un más allá en cada final de los labios y sabe llegar hasta dónde la ceguera la vuelve el resplandor de los sueños. Crea un pensamiento que desata los abrazos.

Cuando estoy cerca y tu hombro es la almohada se acaba la tormenta que arrebata el brillo de la luna. Ya nadie puede rasgar  al aire que vive en los suspiros, ni  puede matar a los vientos que giran entre las flores.

Emigran los ojos hacia el cielo enjaulado de sueños. Los sueños solo saben extender sus alas y llegar exhaustos para entregar su alma vulnerable ante el mundo. Las miradas revolotean imparables marcando el ritmo de cada latido y el azul se desparrama en busca de la fragancia del amado cuerpo.

Las caricias se agitan como un mar embravecido deseando empapar cada rincón de los deseos. El ocaso se aleja buscando la nueva vida. Buscando un corazón en calma. Y dejo caer el ancla en tu presencia. Hizo el como soy contigo y doy lo que me enseñas en cada paso.

Las yemas de los dedos callejean por la espalda y cada escalofrío hace que se lance un dulce gemido que hace temblar y huir al miedo. Ya no importa si es de noche o es de día. Cada minuto la piel se hace adicta al baile que brindan los cuerpos.

Triste calma

La cama se ha vuelto la trinchera de muchas batallas internas y las sábanas sepultan un cuerpo que todavía no se ha dado por vencido. La sal de los ojos corre en un rio sentimental con mirada borrosa y desordenada.

El ambiente se emborracha y gira los pensamientos sin sentido y algo cobardes. Se esconde los suspiros bajo la cama con miedo de quedarse sin aire. Con mucho miedo a quedarse a solas.

El silencio es la compresión mística y profunda que hay entre la habitación y la escasa luz que golpea las pupilas acuosas.

Tal vez mañana se pueda combinar mejor el día con la noche, tal vez se pueda equilibrar las estaciones de ahí fuera.

¿Quien sabe dónde se habrá metido el corazón del inocente?. Sigue intentando ser el aventurera de las estrellas y hoy solo calla en su necesidad de calma. Todo huele a quietud y a destrozo de emociones. Todo se mece en un hilo de palabras lejanas y lánguidas.

Los pensamientos respiran y corren por dentro sin escapatoria y vuelven una y otra vez para amenazar entre sueños. Han debilitando las sabanas mudas al llanto, y se retuercen sin ganas. Las palabras rotas se duermen agotadas y sin más que decir.  

No puedo amar sin darlo todo, ni puedo levantarme para mirar al cielo sin coser su nombre en mi alma.