El objetivo de la cámara

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viernes, 22 de octubre de 2010

El aplauso



La pista le atrae magnetizando sus pasos. Sale y sonríe con su bocaza perfilada de infelicidad. Las lágrimas vuelan de su flor de plástico. Germina de su pecho cada noche, cuando los focos alumbran la solapa, embelleciendo su amarillo chillón. Es recibido entre risas y aplausos. Y como cada una de sus entrada sale trotando hacia un mundo de sencillez y expresiones tronchantes. Tropieza cayendo al suelo, para abrir camino a la ironia, y para dejar los miedos atrás.


El payaso está triste!, no siente el clamor de los niños y se siente solo en medio de la broma y lo absurdo. Empieza su actuación. Su sonrisa se enciende siguiendo un guión, que cada vez pesa más. Corre de un lado a otros. Pero su careta de pintura blanca esconde la verdadera sensación que nace de su piel.


El payaso esta triste!, no siente la música alegre, el tambor que sostiene entre sus dedos temblorosos, suena como golpe en el desierto de los recuerdos. Cada mano se ceñidos a un movimiento de locura y entusiasmo perdidos en lo profundo. Sin estarse quieto se convierte en el centro de los brillos de los ojos. Enfunda su traje, que refleja a borbotones un abanico de colores y es sabedor de la facilidad, para apresar la ternura de los niños y no tan niños. Esta ciego de ilusiones y deje un lamento escondido en sus risas. Su vieja nariz roja respira fracaso, respira un olor a final, sin aroma a magia.


Deja escapar lo que no sabe guardar más. Esta triste!, llora su flor y llora su corazón, se fusionan ambas lágrimas con la estruendosa voz, que saca de su frases con texto expresivo y efusivo de alegría. No calla, pero silencia su corazón, no cesa de reír, pero no es feliz.


El payaso corre en círculos y se siente mal. Su sombra le delata dejándole a solas en busca de un poco de valor. Enseguida vuelve a su encuentro, cuando palpa la grandiosa expectación, que captan ambos en un espacio inmenso. La soledad le llena de tristeza y comienza con un baile de alegría difusa y mentirosa. El payaso esta triste y miente a su público!... Los niños gritan su nombre, saltan y se levanta con ganas de acercarse a tocarle. Y el payaso corre y no deja que la pena toque a la infancia. Se siente caído en un dolor, que ya no sabe como dejar en su camarote de sueños pintados es su espejo.


Escapa una carcajada ensayada mil veces y reveladora, que rompe con más aplausos el ruido de risas. Esta triste!, se siente solo envuelto en voces y luces, que desconocen su dolor. El payaso está triste y se sienta en el suelo, para recibir su último aplauso antes de no volver. Una lágrima de su ojo se libera y cae retando a todo, incluso al miedo. El payaso está triste! ¿Estará siempre escondido en la sonrisa de los niños?.

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