En el encuentro de la alegría, con pequeños pasos daría, tan pequeña encontrando, una cosita tan mía. El día responde con un bostezo gigante y los ángeles repican, saltando. Montada en carruseles mil vueltas darías, y todos como tontos nos reiríamos. Pasos no das, pero risas de tus ojos lazas y cada vez más, con un pequeño gesto, llenas las vidas enteras de quien te miran sin casi pestañear, no hay finales malos…
Cada sonrisa lanzada, el viento recogería, llenando tu capazo de luz y de armonía. Vistes con ropa infantil, y navegas en el barco de la ilusión.., de la fantasía. Ana viniste a nosotros el mejor día. Ríe, ríe mi niña!, que has llega a la vida de juegos, de gritos, y de mimos, que la gente que te quiere, te da con alegría. Dueña de los latidos del mundo, de los besos de mi boca y las caricias, parecen pocas. Calladita mirando, y las manos me agarras, y ese dedo que juega y no suelta, y me sigues chupando.
Y no se escucha nada más, que la sinfonía a compás, de los latidos de ti y de tu tía, con sus muecas graciosas, has acabado llorando...
La carne de vida envuelta en pétalos y luces que rondan de día y van a jugar en las noches, llenado el cuarto de fantasía.
Cantaria a la vida que te acompaña!, cantaría al sol que destella!, pero Ana, una nana, siempre de mis labios te susurraría...
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