El objetivo de la cámara

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domingo, 26 de septiembre de 2010

30 de Febrero


Cada 30 de febrero, invento al caballero sin rostro, le busco, y llego a construir ese día sin vida en el calendario, por dar rienda suelta a lo inexistente del tiempo. Día, donde nadie ha enloquecido por amor, ni se ha destruido por desamor. Y puedo sentir como padecen las pasiones y hacerlas mías. Cada final de febrero, puedo encontrar la pieza del alma que me falta, y la canción adherida a los recuerdos de conquista… Cada mano le busca, busca a cada dedo, roza cada uno, temerosas estas de perder el contacto, los coge con dulzura, saboreando su soledad y deseo de aproximación inmediata. Las manos entrelazadas aprietan cada sensación nueva, cada caricia tierna es diferente a la anterior, y menos misteriosa que la siguiente. Cada detalle que invento, refleja romanticismo, ya perecido en las fantasías... Con un hilo abierto de los ojos, dejo expiar la visión de lo que hace mi enamorado, mientras piensa, que soy presa de Morfeo. Siento que los ojos de mi caballero descansan en mi rostro contemplándome, y ambos en un guiño engañoso, nos amamos. ¿Que haría, sin mi caballero inventado?...

Las frases escritas sin golpes poéticos, pobres y con dardos de fuego calcinados... se quedan frías en el papel, porque no hay rostro inspirador. Y esos labios que visitan cada sueño, no saben soltar con palabras, la sonoridad retumbante de los latidos. No hablan de toda la fogosidad atrapada en el pecho, que imanta hacia los besos. Cada beso se confiesa con los míos, y saben desgarrar lo sentimientos atrayendo, hasta los más perdidos sabores, arrebatados por los mordiscos del desamor.


El horizonte de la soledad, esta dibujado de infelicidad con fondo melancólico. Estoy abarrotada de deseos de morir, por acariciar, el firmamento de los sueños inventados. Quiero ser la imagen que aparezca siempre a su lado, la que responde en cada brisa calida, en los meses del frío invierno. Imagino ser la única mujer que lleva celosamente escondido, ese 30 de febrero muerto en el tiempo. Lo revivo en la utopia del infinito de mi triste corazón. Quiero ser, la que aceptas enredada en problemas...si, quiero ser esa, la que amas sin mentiras, la que tapas con tu cuerpo cubriendo las heridas, que aún sangran, por no saber olvidar el pasado. ¿Donde estará mi caballero inventado?..., esperaré a ese final de febrero...

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