El objetivo de la cámara

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viernes, 27 de agosto de 2010

Tic tac, tic tac


Suena el reloj, pero no es el mío, creo que procede de la habitación del pavor de otros, de otro hombre que no se juega a la suerte una oportunidad… desgana?, desinterés?, pasotismo, o agotamiento?... No lo sé, ni lo sabrá nadie, excepto su reloj y su miedo.

Suena, y sigue sonando, me molesta su sonido, me inquieta saber que no correo para apagar su cobardía.

Suena cada vez más, estará atrapado en su cama, tirado, hundido, rotas sus manos?. Es insoportable saber que sigue sonando sin ser cerrado la boca de ese objeto pequeño dentro de él, llamado miedo.

Llamaría al valor, de verdad, lo llamaría, ahora que nos conocemos mejor, para que lo apague, lo calle, pero no fuerzo decisiones sin valor de verse valientes sin ganas de serlo.

Como no voy a salir corriendo ante lo que me molesta, ante la incomoda forma de permitir dejar ladrando un sonido tan escalofriante, haciendo eco en los oidos, siempre pensé, que el mío era más macabro y estrepitoso, como saberlo?.

Miedo, miedo…sonido clavado en las pupilas de los enmascarados. Corre, corre,… hasta que las fuerzas te castiguen… y saquen lo mejor de la bestia, tal vez ella lo empuje, si puede fuera de tu ser, porque las ninfas escondidas no pudieron arrancarlo.

El pensamiento me atormenta en cada chirriar del reloj, desisto y dejo que el sonido se parta con el viento, se marche con él, porque esta muy familiarizado con su propietario y vive en él.

Entraría como entraba antes sin llamar en su mundo de sueños, pero prefiero quedarme en el mío, donde reconozco mis manos cuando tiemblas, mis ojos cuando lloran y la voz de mi conciencia sosteniendo las decisiones de mi mundo.

Entraría para devolver en palabras muchas cosas, pero no me deben nada ni debo nada, en paz quedamos y el silencio se adueña del camino que se para ambos cuerpos.

Entraría llevando entre los brazos cada párrafo acunado, sentido, como se siente el dolor agonizante del vacio cuando no se encuentran las explicaciones, como se siente la risa estrepitosa de las fuertes cosquillas, pero no me debe nada, ni debo nada para cargar con sus frases acertadas y desafortunadas...

Y el dichoso reloj suena sólo cuando estoy yo?...

Una voz tira hacia mi y me susurra apaga el reloj, apaga tu miedo!!.

1 comentario:

  1. Hay personas que oyen el miedo de otros, sin darse cuenta, que el reloj que puede estar sonando aunque sea en tono más bajito es el de uno mismo.

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