El objetivo de la cámara

BLOG FOTOGRÁFICO: El objetivo de la cámara enlace: http://eiruceiram2.blogspot.com/

lunes, 16 de agosto de 2010

La chica de los ojos tristes

¿Que susurra la margarita a la amapola?. Lo que la han contado la luz de los ojos de los que caminan a su lado. Ser presa de unos ojos verdes, es ser poseedora de los sentidos de dos almas. Se envuelven en lo más profundo de una y dan formar a un solo espirito de comprensión, llegando a alcanzar el misterio de esa vida. El deseo de penetrar hacia los enigmas de los sueños y las pesadillas se vuelve imparable, cuantas más confidencias esconden las flores, más necesitas robar su néctar y saber los secretos de los que se acurrucan a su lado.

La chica de ojos tristes se sentaba en la hierba, junto a los brotes verdes y las siluetas silvestres de las flores…

…Vestía discreta, serena y sostenía su sonrisa, que iluminaba su semblante. La cubre la espalda su pelo rizado, protegiéndola como un manto. Nada parecía lo que ella mostraba. Sus ojos me miraban fijos. Con ganas de entregarme lo que reservan en el silencio y la soledad. Con una aislada mota en su cara, su rostro se convertía en reclamo para las miradas de curiosos. Su lunar solo servia de despiste a los ingenuos que nada más sabían quedarse en ese detalle. El sol la había marcado con la señal de la fortaleza en su cara. Sintió muchas veces los latidos de su corazón cabalgando en ambos lados de su pecho, en respuesta a sus dudas. La sensibilidad se escondía huidiza, con pavor de ser dañada. No quería volver a exponerse al riesgo… Pero sus ojos la traicionan declarando su estado interior, se cristalizan ante lo cruel, el lamento del débil, la dureza de la vida..., y sin saberlo, dejaba escapar su gran emotividad hacia el mundo, a través de ellos.

Celosa de mostrar sus ojos, los guarda detrás de las lentes que la delantan aun más, desprendiendo la claridad de sus sentimientos. Sus pupilas visten la pena. Sentí al clavarse mis iris en los suyos la necesidad de explorarlos, de saber que esconden…. De navegar en sus sentidos y de rescatar al naufrago que vive en su isla de cielo esmeralda. Su cuerpo liberaliza raciocinio y lógica, desata encantos y "antipatías" con sus ideas pujantes de sinceridad, que no desestima usar tantas veces como las fuerzas la acompañan en su cruzada. Maneja su voz segura, extravertida, clara, y endure sus palabras para cubrirse a si misma, como si ella no tuviera problemas, de cara a otros ojos. Pero no es solo lo que se ve lo único que hay detrás de los ojos de las flores. Busca caminando por un parque los ratos de retiro, para encontrase con las lágrimas, para verterlas sin pudor. Y ellas salen con profunda pasión, caen desmontados sus sueños de futuro, rotas las ganas de seguir, y tristes, muy tristes... Recogen las amapolas cada perla de sus iris. Las margaritas y las amapolas se abrazan con los golpes juguetones del viento mientras la observan...

Su corazón visita esos ojos para recoger la visión de la sonrisa de la gente que la rodea. Las flores la cantan con dulzura, intentando curar su alma, pero no le calman la amargura. Siente enfado, dolor, rabia… pasa por todo y deja de pensar en sentir, para vivir de manera egoísta y vacía. Se ha quedado capturada por la desconfianza, desencantada…. Una parte de ella está cubierta de desamor que la ensombrece la visión de la primavera cuando pisa a las flores. Está llena de desanimo y la asusta no verse capaz de volver a coger una margarita para deshojarla en un "si me quiere" o "no me quiere", que la vuelva nuevamente la luz a sus ojos tristes. Tardé en acercarme a ella sabiendo que era fácil llegar, pero casi imposible que me dejara entrar en su morada de la intimidad. Ella capto enseguida, que mi muralla también era impenetrable.

El olor y los pétalos de las rosas me ayudaron a sincerarme y contarle mis secretos. Cada día me cedía algo de ella, dábamos ambos un paso más para entendernos. Nos hicimos poseedoras de las tardes, cerrando el dolor con las ramas de los árboles y dejando a los sentimientos libres, el aire se convirtió en cómplice de las oportunidades de estar juntas. Y rodeadas de confesiones. Los instantes paralizaban el tiempo. La chica de ojos tristes dejaba fluir su dolor, y marcaba una senda hacia la ternura de mi corazón. Lo pellizcaba. Y me enseño a ver la vida de color esperanza... Sabía sacar la bondad a pleno pulmón en cada respiración. Viven todavía en ella las ilusiones, aunque lo niega con cada movimiento de su cuerpo, y cada noche sigue soñando con príncipes azules.

Ahora las flores me preguntan por ella. Ya no las visita tanto como antes, pero sus mensajes escritos con sus ojos, van captando la luz y enganchándose cada día más a la tonalidad verdosa de la vida. La brisa los lleva haciendo llegar su voz y sus ánimos, a los que se les olvida la belleza del florecimiento de la emociones. Y saben que ella volverá a entusiasmarse, y el romanticismo paseara para siempre de su mano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario