El objetivo de la cámara

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lunes, 9 de agosto de 2010

Sol




El astro rey camina salpicando esquirlas y rasgando las nubes con voz encendida en la lejania valiente, y no espera ni un segundo para lanzar su fuego naranja con destellos de amarillo pálido de forma que tímidamente siega con su amarillo brillante y cautivador los rascacielos de la gris ciudad, en el ocaso de los lamentos.


La metrópoli sueña en seguir descansando de las frenéticas sacudidas que hace estremecer a sus edificios la masa de movimiento que vive encima y debajo de su núcleo urbano cada día.

La ciudad duerme y abre sus ojos ondeados por cada uno de los rayos que saltan de terraza en terraza, rayos traviesos y pequeñós en sus inicios y que acomodan su mirada en los jardines, buscando reírse un poco de las flores y revoletear con las mariposas, traspasando sus colores vistosas de sus alas.

Las fachadas en su verticalidad se limpian las legañas de la profunda noche, donde en cada ventana encendida todavía flotaban tantos sueños, ahora ya de día se escapan hacia las nubes, desprotegidos por la falta de oscuridad.

Cada ventana recuerda sus pequeños ocasos antes de dejar a la noche ser ella, volviendose ennegrecida para dar un poco de silencio al pavimento duro en cada calle, en cada pequeño mundo, que duerme sobre el frio cemento. Esos seres de la noche que vagan furtivos de la responsabilidad, y son despreciados con la luz solar, nadie quiere ver, ni que muestren la miseria a cara descubierta con la luz del día.

La noche exhausta se marcha, robando en un descuido un ligero pedazo al día y el día le devuelve una abrasadora herida, para que le sea devuelto lo que no es suyo.

Desde hace ya tanto que juegan ambos, que la loca memoria recuerda de una forma infinita la soberania solar en el universo, su edad desciende del momento en que el mundo dio su primer grito de vida, y el seguro de si, se sentó junto a él para alumbrarlo todos los día, prometiendo adueñarse sólo de un poco del cielo.

El sol aparece cuando las noches se cansan de dar penumbra a la libertad. Los destellos de luz potencialmente fuerte se agotan de saltar de un sitio a otro compitiendo con las sombra en un baile de no dejarse coger y dejarse tocar con coqueteo.

Su lamido de calor tapiza con una fuerte sequía por donde se pasea, y ralla cada parte que acaricia, cuando quiere acariciar, que si se embraba, achicharra, penetra y fustiga con un ardiente sofoquina, cayendo en un apresurada debilidad a la tierra, se empeña en abrir los surcos de sus tripas y tira sus colores hacia los tonos más pálidos, los apaga con su fuente encendida.

Su forma de sueño dorado, es deseado por todos, es como la moneda de oro que preside la fortuna de los que sueñan con poseer la luz de la vida y el fuego de la calcinación. Con brazos de aguja e hilos de oro, teje entre nubes terrones de fuego, y a veces sacude saliva caliente entre despistes, por no saber controlar su bestial energia sobre las aves, ellas vuelan alto ó bajo según su sonrisa o su enfado.

Se podría decir que sopla calor haciendo el amor con la piel, es tan intensa su pasión que la desgarra, y ella se deja, lo sufre, y disfruta antes de sentir las heridas, pero el, no conforme siente pena por no poder estar siempre a su lado, mimandola, tostandola con tonos de hermosura. Siente que la lava en su mirada provoca que nadie le mire, que nadie le dedique las decimas de un segundo. Las miradas están cegadas por mirarle a los ojos de frente, se han dejado tentar por el color dorado. El fuego es su don, pero muerde el mundo y deja zarpazos en las campos peinados de sequia.

Decían que era rey, decían que era fuerte, decían que nunca le habían visto llorar y brillaba por encima del resto, se sentia fuerte por ser único. Y sujeta entre sus dientes ser el poseerdor de la fogosidad del tiempo. Presume de poder seducir entre sus manos el tiempo de borrasca, sin derramar una gota al suelo.

Le gustaría saber por que nadie se acerca, por que la noche le huye. Por que el hielo se escapa entre sus dedos, y las gaviotas giran a su alrededor sin saludarle después de verse reflejadas en el agua de espejos azules. El ilumina siempre de forma incansable, se esfuerza por llegar a los mas profundo del oceano, para alumbrar a los corales y a las sirenas, mientras cantan con su voz fascinadora.

3 comentarios:

  1. Todas las mañanas me acompaña el sol cuando voy al trabajo. Es tan redondo y tan naranja, me gusta verle durante el trayecto.

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  2. Hoy el sol no ha querido despedirse de ti. Se está reservando para tus supervacaciones

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  3. Él sabe que ya no le podré acompañar por la mañana, que me marcho unos días,se lo dije ayer y hoy estaba triste...Ayer Se despidio de mi, cuando entre en el coche para volver a casa. Me abrazo fuertemente con su calor a las 15:00 h., para que no le olvidará.

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