El objetivo de la cámara

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jueves, 12 de agosto de 2010

Herida






Duele, duele… como duele la ausencia de las uñas clavadas en la espalda, evocando a las alas invisibles de los dedos subiendo por la nuca.

Como duele el vacío de tu cara en la carne de mis pechos, que ocupaban la saliva de los besos ya no existentes, ni siquiera en el templo de mi ombligo, que esperaban el suave mordisco ardiente.

Como duele el silencio de las aves que sobre vuelan por las olas, cuando apoyo la sien encima de tu pecho durmiendo.

Como duele las llagas de cristales trasparentes en mi piel, sin nadie en frente abrazando las heridas, ya no reflejan vida en la mente, y está rota en pedazos la saliva de la boca y el deseo de cambiarla de los labios.

Como duele poseer la respiración jadeante y no el bombeo de los ritmos excitantes con trotar de sabor musical de susurros que sacian la ausencia.

Como duele vender la rabia con monedas de rencor, que llegan como dardos al rojo corazón.

Como duele la venganza en los labios y se venda con saliva de perdón, engañando a la razón diciéndola no, no, no...

Como duele sentir el odio entre los dientes sujetando las medias verdades y escupiendo las mentiras, que se vengan encubriendo la angustia, y ellas guardan los secretos ya callados, y te hacen sentir ahora ser un sueño, no soñado.

Como duele guardar las caricias de las manos, los mordiscos con los ojos, los abrazos que traspasan la espalda, y las ganas de sentir, que se empieza en un final sin tu nombre.

Como duele los recuerdos tóxicos del amor enmarañado, caido, arrastado y olvidado.

Como quema las palabras que no acortan la distancia y como yace el olvido muerto en el suelo sangrante.
Como duele los finales tristes cuando lo romántico se escapaba entre los dedos.

Como queda más tranquilas las espinas que clavaban en las manos, y la fragancia de los pétalos, ilusionaban a la vida, como narcotica pasiones de volverla del revés.

Ayer eras alguien, ayer vivías en mí, y morías en mí. Alimentabas de manera rápida lo sentidos y de manera lenta desecaste las ilusiones.

No ya no me importa, ya no soy la que sentía y sabia que la vida era un mapa sin su cruz. Ya soy la mujer de hoy y he dejado de ser la de ayer enganchada al dolor.

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