El objetivo de la cámara

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lunes, 10 de mayo de 2010

Despegando las etiquetas



Nunca nos damos cuenta lo que una frase, una reacción o un comentario puede llegar a empapar tanto el ánimo de alguien, hundirle, hasta el punto de darle una patada a sus sentimientos, consciente o inconscientemente etiquetamos cuando hay una diferencia. La palabra diferente debería estar unida a igualdad. Somos diferentemente iguales, conjunto de imperfecciones, que nos hacen únicos a cada uno de nosotros.

Algunos venimos engarzados inevitablemente hacia el camino de la libertad emocional, se nos ha puesto en las manos frases como, “no puedes”, “no te dejamos” “no serás capaz”... Herederos de los “noes”, nos hemos alimentado de los traumas del pasado, se nos ha castigado a estar escondidos en un cuarto oscuro, el de la vergüenza, producimos risa, lastima, asco… mientras nosotros estamos sumergidos en la pena de no ser aceptados por algunos. Como duele cuando nos señalan con el dedo, o nos encontramos con una mirada de rechazo!.

La madre de la incoherencia, nos ha destinado a vivir en cajitas de cristas, entre algodones. Como en una feria nos hemos visto en un papel caricaturizado de monigotes, que no sienten ni padecen. Teníamos prohibido sentir placer, enamorarnos, ilusionarnos…. Hemos cortado las riendas de un futuro de arrinconamiento, de menosprecio como seres vivos.

Siempre nos han cerrado las puertas del saber, amar no se enseña, por eso nunca hemos dejado de sentir emociones en el alma, en el corazón, en la mente, donde no hay agujeros, donde no hay cabida a la intolerancia, donde se pasea la igualdad. Obligados a rescatarnos a nosotros mismos del miedo y del ridículo, nos ha tocado tener nuestros "propios guetos", para fortalecernos y sacar lo mejor de cada uno. La generación de la lucha ha tenido que escalar rascacielos no construidos para vencer barreras mentales que nos echaban para atrás, y reducían nuestra vida. Ahora nos toca a nosotros ir subiendo los pisos de la igualdad, de la aspiración, de la autoestima, del respeto, del amor….

Me ha tocado vivir en mi cuerpo la intolerancia mundanal, como etiquetada, he tenido que librar mi propia batalla, vencer miedos al ridículo, y mis oídos han tenido que recoger de labios prejuiciosos sandeces y vivir una vida salpicada de barreras, de obstáculos que he tenido que ir saltando. Y todavía me queda seguir progresando, ya no por mi sola, si no para que el testigo cada vez sea menos pesado, hasta que llegue un día en que desaparezca.

Día tras día nos han puesto zancadillas, nos han hecho caer una y otra vez, pero nunca nos hemos dado por vencidos. Nuestros cuerpos siempre han soñado con un mañana donde nos dejarán amar sin que las cabezas se giraran para soltar una crítica, la peor lucha ha sido la del corazón. Como nos ha costado!!!!, mostrar libremente nuestro efluvio de sentimientos, somos cuerpos que sueñan, que aman, que sienten las inclemencias del abandono social. Llevábamos tanto tiempo perdidos en el lugar del olvido, ocultos para no manchar un paisaje ficticio de perfección creada por la mente imperfecta e insegura de los hombres que no ven más allá de sus narices.

Convertidos en las sombras de las conversaciones llenas de eufemismos, que adornan una realidad no aceptada, aplastada por el dominio de una sociedad, llena de prejuicios, donde su conocimiento se basa en separar al diferente, aislados a un mundo de condena, limitándonos más allá de nuestras limitaciones.

Nos han prohibido ser nosotros mismos, mostrar nuestra esencia libremente. Con hierro al fuego nos marcaron como asexuales, apagando nuestro erotismo, como se apaga un interruptor, dejándonos en la oscuridad. Somos un nuevo patrón a seguir, el nuestro, único y a la vez diferente. Por qué no puedo amar y ser amado?, no sangro si me cortas?, no lloro si me haces daño?...

Hemos tenido que trazar una nueva visión al mundo, “debería darte igual si te hablo con las manos, porque te hablo”, “si paseo rodando, porque te acompaño,” “a lo mejor no te veo, pero siento tu sonrisa”, “siento que estas a mi lado”. “Puede que mi mente no sea la más brillante, pero intento entenderte”…, “Puede que me falten partes de mi, pero no me falta ganas de enseñarte lo mejor de mi”. Los caminos han sido muchos y sabemos que en ellos siempre hemos encontrado una mano amiga tendida, y puertas entreabiertas, dispuestas a abrirse de par en par sin preguntar nada.

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