El objetivo de la cámara

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domingo, 23 de mayo de 2010

Desigual en marca y en mente


Hay veces que la vida te deja un rastro de problemas mugrientos apoyados durante un rato largo en tus espaldas, y nunca sabes que en la vuelta de la esquina seguirás recogiendo más y más, hasta que los puedas catapultar hacia otro lado. Cuando pasa tanto tiempo te vas embalsamando en podredumbre, llegándote hasta la boca, en ese momento pierdes tu condición de persona, enmudeciendo tu palabra, tu firmeza. Dejas de ser tú, para no ser nadie. Y menos que nadie para el resto, una arrastrada. Enmierdados ya los sueños, empiezas a olvidarlos, les das puerta, se revientan como burbujas de jabón, arrastradas por la ventisca de la insatisfacción, si no hay tiempo para ti menos para ellos, si alguna vez existieron. No sé como la vida elige a las personas, lo que sé, que no es por el tamaño de sus espaldas, las más enclenques han soportado lastres de agonía. Seres sujetos a un destino del cual, ¿tienen que llegar a prender algo? Les toca soportar una prueba que le hace palidecer su rostro, espantar su sonrisa, congelar su mirada…, y morir en el intento de acabar con su libertad, esclavizadas sus decisiones, caen envueltos en una cárcel caótica llena de mentiras y escenas trágicas. Pues si!!, acostumbrados a estar sumidos en un “si guana”, de algún dictador de la irresponsabilidad. Dejan de ejecutar lo que conviene y ejecutan lo que conviene a otros, triste no? Pero cierto, perdiendo la partida en cada juego. Las órdenes se reparten con un pensamiento farragoso y sin juicio. Mazazo a su autoestima que bloquea el deseo de conseguir las quimeras de un futuro sembrado de ideales, rascando la pasión en cada momento de locura. Radicalizan un comportamiento que no es el suyo, volcados en conductas impensables para ellos, hasta el punto que normalizan lo incongruente. Cuantos días, semanas, meses y años… pude una persona dejar de sonreír?. Gesto pisoteado, con lectura de huellas de tacones de aguja de prepotencia y maldad. Zapatitos que soportan la complexión de una figura de carne injusta, sin miramiento más allá de un armario de marca, o un vuelo de falda de colores provocadores, desastrosos, espeluznantes pijerías. Repudiando está imagen con un movimiento voluntario, rápido, guiñas los ojos en un cierre intenso buscando la calma en colores de paz y equilibrio…. Tanto farolillo de colores revienta las pupilas!!!!. Sin olvidar a los esbirros, pelotas, amiguitos, vagos que bailan a su alrededor, pudriendo más si se puede el ambiente. Arrancada la motivación a jirones de la piel, sin garras para luchar, y el cuerpo emanando escozor incomprensible. Esperas quieta para que la vida se vuelva fácil, arruinadas las emociones, no te queda otra que analizar el pasado, para ahogarte en la desazón, por el daño causado, en el camino de la confianza. Churretosa de mierda, sin ser concientes del mal olor que se emana, aunque lavada la mugre cada día, tapizan de cochambre con una capa más gruesa la capacidad de decisión y postergando el fanatismo de un mundo cargado de superficialidad. Con un hilo de cordura, se da rienda suelta a la terquedad que agonizante todavía la queda el último aliento de esperanza de seguir arrastrándose para llegar a una meta, donde la lógica reine para desenredar el ovillo de la insensatez. Las sacudidas de la vida, por motivos que desconocemos cambian su dirección, dejando florecer las oportunidades, aparecen y tienes que estar en ese momento pendiente y aprovecharlas. A veces nos preguntamos por la crueldad de las cosas, nos quejamos de nuestra suerte e incluso nos convertimos en unos mártires de un dolor que parece único a los ojos del mundo, sin prestar atención a nuestro alrededor. Una vez alguien dijo: “que somos mártires de nuestro pasado, esclavos de nuestro futuro y no vivimos nuestro presente”, a lo mejor nadie lo dijo sencillamente lo pensé en algún momento. Me toca dar un paso triunfal en cada una mis zancadas para ganar a mis miedos y premiarme con mis sueños...

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