El objetivo de la cámara

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martes, 28 de diciembre de 2010

Alféizar de mi ventana




Atraigo la respiración con el pensamiento antes de romper con la separación de la zona acristalada de mí cuarto, y busco fuera de la ventana un latigazo de vida nueva. Es demasiada vida para los pulmones y se estremecen. Y devuelvo a su cascaron la cabeza y el cuerpo. Es tentador sacar de nuevo la cabeza y contemplar la altura y sentir el vértigo y a la sangre pasear hacia las sienes.


Sigo pensando en volver a tentar a la suerte y salir, cada bocanada robada es un pellizco de energía que arranco a la brisa, sabe a profunda experiencia. No sé que hacer, si probar a devolver un poco de aire soplando fuerte, para sacar la rabia contenida y dejar que se la lleve lejos.


El lodo que queda en cada pulmón, sale a la superficie para ser limpiado, y sano mi alma. Hace frío y es pedir demasiado al invierno que vomite un poco más de su furia y bata sus alas por encima de todo. Ojalá desparrame un blanco esponjoso y tape las bocas de todas las salidas del mundo. Aquí dentro con nuestro olor de hogar y la gente que hace que la vida tenga un sentido, porque no hay mejor cosa que saber que todos los que amas están bajo el mismo tejado cubierto de nieve, y ahí fuera los problemas helados y sin posibilidad de entrar. Y yo feliz en mi refugio riéndome de todos ellos.


Pintar una postal brutal y crear un pequeño paraíso es impensable en el territorio de los quitanieves y la sal gorda. Si, los sueños pueden ser rotos por el cloruro sódico, en cuestión de minutos las placas se quiebran dejando al asfalto dueño de su sitio. Y a los problemas errantes, esperando a sus victimas. Todavía me queda ver como cuajan los pedacitos de vida helada en la ventana, antes de que vuelva a buscar fuera más caricias mi rostro. E imaginar y sentir que mi morada está cubierta de estrellas del frío y de arpas con cuerdas de carámbanos. Se va llenando el alfeizar de dados húmedos, se quedan ahí tan inmóviles y fuertes escalando cimas de sueños.


Me gusta que curioseen mi cuarto. Unos pegados más que otros en el cristal, adornando ese paisaje que me tienta tanto, para volver a sentir una y otra vez...

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