El objetivo de la cámara

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viernes, 16 de julio de 2010

Diente de León ( PRIMERA VERSIÓN)

A veces necesitamos que la decepción llame a nuestra puerta, que la paloma de la paz cierre sus alas, cansada del largo trayecto. Que la luz se vuelva tenue, para sentir que nos falta algo. Necesitamos que se pare el sentido de la coherencia, y el reloj deje de ser verdugo de la puntualidad, dando protagonismo al retraso, y a la hermosa imperfección…

Dejamos de sentir la diagonalidad en las escaleras hacia una meta, y la sensación de tener dificultades cargadas a nuestras espaldas, se petrifica sin un motivo lógico. Podemos hundirnos como barcos de papel en un gran océano de dudas. La vida puede materializar golpetazos, y volver a golpearnos, sin dejar los hematomas palidecer. Seguramente seguirá arruinada la proyección de lo que más deseamos, y en un momento nos colocará en el abismo de la preocupación, llegando a sentir que nuestro motor deja de latir y revientan las ganas de saber y lograr un poco, de algo que hemos olvidado disfrutar…

Muchas veces, no valoramos el sabor de una sonrisa, el cosquilleo de las bonitas miradas, el reencuentro de la amistad, ni el juego de la tierna infancia, o el rostro marcado de pliegues por la experiencia, en un parque. Nos olvidamos incluso de la ausencia de la lluvia en la ventana, que nos regala un concierto privado de la naturaleza. Los detalles pasan desapercibidos, pero siguen con nosotros el día a día, los pasos de puntillas, para no molestar, el olor a comida, que perfuma nuestro hambriento deseo de saborear un recuerdo, el discutir por discutir, y saber que detrás de eso, hay un beso y un abrazo…. estas pequeñas cosas que nos hacen ser feliz.

Pero la espabilada realidad nos ofrece momentos trágicos, dramáticos, donde las fuerzas, dejan de poseer el dominio, dejando de reinar la desnutrida fe, y no sabes como potenciar su papel importante. Se cae en una agonía de soledad. Pero esas veces, hay algo, que tira de nosotros, para seguir un poco más allá de lo que solemos llegar. Una palabra amiga, una canción optimista y ruidosa, una silueta en el agua, o el olor de la noche, que nos abraza con su capa de estrellas. Soplar la pelusa traviesa de un diente de león, tras dejar su vestimenta de flor silvestre, que agarramos con las manos, para lanzar al viento la ilusión voladora de un deseo...

Repartimos a nuestros sentidos muchos momentos, a los ojos las lágrimas derramadas por la alegría, o se empañan por la amargura, la voz de palabras llenas de frases con y sin acierto y contradictorias, la falta de una caricia tibia, sin ser pedida y que se aclama tenerla, y sin darnos cuenta llega hacia nosotros, el sabor de la compañía, escuchar con el corazón empatizado en cada relato. Cargamos las sensaciones de pensamientos que avivan, lo grande que puede ser estar ahí siempre, con alguien que lo necesita.

Cuando nos visita el terrible enfado, la incomprensión frustra a la paciencia, y no hablamos, ladramos, como animales heridos, en busca de una cura a nuestra amargura, enrarecemos el ambiente, lo inquietamos, pero siempre recibimos un mensaje de la vida, que nos muestra que esta envuelta, en posibilidades que nos puede ofrecer, y la podemos ofrecer. Las sonrisas devuelven las sensaciones perdidas, las ideas cogen fuerza para no rendirse nunca...

La vida nos coloca cerca, a escasos seres, fascinantes, capaces de vivir por encima de las posibilidades desgastadas de fe, sin dejar de paralizar su mundo, porque su mundo, es seguir excavando, en busca de poner ellos los límites, dejando fuera a la desazón, porque no están dispuestos a dejarse vencer por las debilidades de la mente. Dentro de sus cuerpos llevan un espiritu lleno, de ganas de ofrecer la cara guapa de la vida.

Esas pequeñas cosas que sin querer, sin saber, sin notarlo casi; se van convirtiendo en grandes, en importantes, en indispensables... esas cosas que se quedan en la memoria, que se escoden y se busca, para llorar, o para reír...

La sabiduría del tiempo nos enseñará, que hay que saber mirar que nos queda a nuestro alrededor y disfrutarlo, y no lo que nos falta por aumentar las apariencias, porque mañana lo que nos falte, será lo que nos quedaba ayer sin valorar...

2 comentarios:

  1. Me ha encantado. Creo q es de los mejores,puede ser porque comparto muchas de las cosas que dices.
    Yo llevo una semana de enfando e incomprensión, pero voy aprendiendo...

    Me quedo con: "la lluvia en la ventana nos regala un concierto privado de la naturaleza". Que cierto, es un sonido super agradable.

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  2. Yo me quedo con está: "La vida nos coloca cerca, a escasos seres, fascinantes, capaces de vivir por encima de las posibilidades desgastadas de fe". Y tengo la gran suerte de conocer a alguna. Hay personas que me sorprenden dejando huellas en mi alma.

    Es uno de los post donde, he querido recordar que podemos estar en un submundo de problemas, pero las pequeñas cosas tienen que dar sentido a nuestra vida o a la vida del quien necesita, que se lo demos, y a veces nos toca la dura tarea de mostrarle lo que hay a nuestro alrededor. Porque en esas cosas simples, está la felicidad, aunque sea en pequeños pedazos y momentos, de nuestro submundo trágico.

    Me gusta tener cerca a esas personas, porque a pesar de todo, no se dejan vencer y siguen luchando y aprendiendo, y consiguen con su actitud fortalecer mi mente, y mi corazón, para enfrentarme a mi problemática, y me recuerdan, que no hay que darse por vencida nunca, aunque esté enfadada.

    Gracias Beita por estar cerca de mi, y ánimo!!!!!

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