
En esa levedad de agosto donde todo llega más tarde o más temprano, pudo guardar en el bolsillo junto al norte herido por el trueno mudo los inicios de los olores no florecidos aún. El tiempo y su brújula marcaban las 3:00 h. en punto de un día que respondia al nombre de 16. Mientras el grito de una niña despertaba al aullido. Y las palabras te quiero y el principio del poema sonreían al mirarla. Los zapatos sin suelas decidían aplacar bordeando la montaña de sabanas de hospital. El viento empujaba a la vera de la orilla, a la vera del agua y de su arrebato. Y las estrella se acomodaban en sus ojos y los halos del sol entre sus pestañas. Feliz cumpleaños!
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