El objetivo de la cámara

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viernes, 18 de febrero de 2011

Adosados al dolor



El dolor lleva todo el santo día mordiéndome un lado. Apago el Pc para dejar de distraerme y centrarme en él. Lleva muchas horas conmigo, se hace incomodo tenerle de forma constantes adherido a mi y estrangulando el ánimo. Ayer estaba bien, pero hoy me empuja hacia un lamento silencioso. No chillo, pero mi cara es un poema. Estoy cansada creo que me he excedido un poco toda la semana trabajando y dedicando tiempo a aprovechar al máximo, el dicho tiempo, Me falta tiempo para descansar. Palabra que sabe a miel en la boca, descansar...


Y ahí sigue el dolor. Ayer no sentía nada. Salí de casa con el pelo mojado y la lluvia siguió penetrando en mí para sustituir la humedad de la ducha por la humedad de cielo. Y la ropa sufrió el chaparrón. Me gusta sentir el agua, me hace sentir libre, oler a pureza, a tierra empapada, es reconfortante esa sensación. Me llama D y dudo en cogérselo. Solo busco tranquilidad y siempre aparece. Necesito que no aparezca otro dolor. Después de hablar con él, me doy cuenta que aparece el segundo, con lo cual ya tengo la parejita. Ya no es un dolor solitario, tiene compañía.


Ninguno de los dos puedo hacer ahora mismo desaparecer para siempre. Me quedo pensando en el más alla , perdida y repasando la conversación telefónica. El dolor corporal se achica y el emocional arrastra mi cuerpo contra las cuerdas del Rin. Sigo queriéndolo. Mejor dicho sigue siendo parte de algo de mi vida. Rara vez me siento bien después de hablar con él. No me acostumbro a dejar de lado sentimientos que marcaron un pasado muy, pero muy pasado. Enciendo el PC tengo que salir de pensamientos que no me llevan a nada. El cansancio es un tercer dolor que cae de golpe sobre mí y me deja en estado de nulidad total. Y pongo un poco de música. El dolor uno sigue, pero leve. El dolor dos me deja con un pinchazo en el pecho. Se pasará al rato como siempre. Y el cansancio solo hace que recordarme, que el colchón y la almohada me silban llamando mi atención desde que entre en la habitación. Voy a mirar los mail. Ahora me da miedo abrir los correos.


Creo que el año pasado abrí tantos con dolor, que no quiero que aparezcan más y se añadan a los que hoy ocupan mi tiempo. Ese personaje sin rostro del que hablábamos y que maneja las agujas de cada segundo que restan a nuestra vida. Tiempo para mi... Pienso mucho en el y lo busco, lo necesito para recupérame y parecer humana. Debo sacudir todos los dolores y salir con un rostro de buenos amigos. ¿Qué es peor un dolor físico?, ¿dolor emociona?, ¿o no tener fuerzas para vencer a ambos?. El dolor uno se irá con el dos. El dolor al miedo me persigue desde hace un tiempo y con ese no se juega. Tampoco conozco sus reglas. Así podría ganarlo alguna vez. ¿Puedo hacer trampas para vencerlo?. Sobreviviré a esto solo es dolor del que viene y se va.

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