El objetivo de la cámara

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sábado, 27 de noviembre de 2010

Enemigos


Los enemigos de los sueños se acomodan raudos en su idea de cogerse el mejor sitio en cada iris de las desterradas estrellas. A veces saben que ojos van a ir a mirar su luz y que ojos van a ir a dejarles el llanto. Son enemigos de los que no se muerdan la lengua. La noche les ha echado hacia la espesura del olvido.


Tragan con el rechazo, y saben que nunca podrán dar la vuelta de regreso. Mueren muchas veces por el camino. Y callan muchas mentiras que hicieron daño. Son los elegidos para ser enviados hacia la región de la noche solitaria. A pesar de ello, algunos no se da por vencidos. Y escapan desorientados, para aprender de la dulce nocturnidad que envuelve la mente desabitada de conciencia.


Prefieren morir, que dejarse perder solos en un sitio de arrinconamiento. En pocas ocasiones han sabido el motivo por el que fueron concebidos, y les permiten estar conviviendo con la amistad de la eterna somnolencia, hasta que ya no quede nada de ellos al despertar.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Sin valor



Nací sujetando el pliegue que oculta las ideas mediocres y divinas. Me he tenido que levantar y he vuelto a caer una y mil veces. He tenido que dar todo y apretar las ganas con fuerza contra la ventisca en los viajes a todo trapo. Estoy joven y fuerte. No hay nada que deje de lado cuando giro sobre mi misma.


Me mantengo bien. A veces dejo caer un poquito de equipaje. El movimiento brusco me supera y es inevitable no ser imperfecta. Me hicieron del color de la luna llena en penumbra. No tenía futuro para deslumbrar en las grandes fiestas. A pesar de que yo me veo bonita y lo soy.


Ayer me arrinconaron y llevo así varios días. Me aburre esta rigidez y apatía que tengo encima desde que entiendo el papel que me ha toca soportar. No sé como voy a poder llamar la atención si no estoy a la vista, ni soy una valiosa joya. No me siento bien, porque ya no me usan.


Espero que los sencillos deseos hagan que me parezca a una estrella en lo alto de allí arriba y vuelva a ser parte de ella.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Bosque

Llama que no amansa su furia, cuando ama quemando los bosques, arrasando la esperanza silvestre, crepúsculo muerto que nace dejando al día y muere al alejar el amor cuando es destrozado. Risa inquieta que navega en los ríos de sequía romántica. Y dardos de hielo que matan las riñas de amores pasados

Cielo de estrellas oscuras, azules y de galleta. Bailan en circulos y piden pasar hacia dentro, como acordeones con ritmo alegre hacia las tibias ramas de los árboles.


Pupilas mojadas de fuentes ya secas, charcos sin brillo y esquinas cuadradas cubiertas de mentiras y curiosos.



Aire sin risa, pálido y en definitiva salvaje. Desperdicia las palabras llevándoselas lejos y caen en el olvido, aunque algunas rebotan en lo negro de lo oculto y menguan en lo blanco del los ojos.

Pensamiento de una mujer



Siento fuego en la espalda cuando oigo arañar a los gritos en la puerta, se desgarra la naturalidad del momento. Y me acongoja la sensación de dolor insoportable que retumba en la casa. Está ahí muerto de llanto, empapado en sufrimiento, cansado y gimiendo con las entrañas entre abiertas al público, que no puede aplaudir al terror.


Estoy perpleja de los gestos. Me duele la carne de no sentir calma. Ayer soñé que viajaba al mundo de lo desconocido. Donde nunca he estado y donde siempre debería estar. Estoy sacando la garra de león que llevo innata, para evitar que se hunda la plataforma donde se sostiene lo que más quiero. No hay muchas ganas de aguantar. Pero sigo. Estoy busca, que te busca, en cada momento lo mejor. Exprimo la ilusión de las caras serias y decaídas. Y les entrego el jugo de la esperanza. Es lo único que tengo de momento, sólo eso. Tengo la risa perdida, lleno carros y carretas de ironía burlona, para desdramatizar la situación y poder calentar un ambiente tenso y ácido...


Me asusta pensar que no tendré las mismas fuerzas en cuanto pasen algunas semanas. Tengo miedo de no saber hacer lo apropiado cuando se debiliten todos. Tengo miedo de que piensen que soy la fuerte y decepcionar a la tripulación. Como no seguir, si es lo que esperan. Hay que seguir, no podemos dejarnos llevar por la tristeza. Es complicado dibujar la sonrisa en el viento. Pero me hace feliz saber que de momento la voy dibujando a golpe de lo absurdo en las caras pensativas y desprendidas de lo positivo. Ellas son más fuertes que la que tripula este navío de dolor. Aunque no lo parezca, soy yo la que absorbo su energía y valor. Soy yo la que merezco pedir perdón. Son lo mejor que tengo y las necesito. Estaré allí calmando los ánimos, moviendo el mundo y arrastrando a quien sea por sostenernos en pie.


Ayer también me dio tiempo para salir a ver como se apaga el verdor, como se mueren las hojas y tapan el césped que tantas tardes apoye mi cuerpo. El frío me dejó indiferente, cuando me senté en el suelo. El sol estaba más que empobrecido de calor, me acompañaba, y sonreía. Esta siempre ahí, es viejo y me conoce. Espera a que ponga la cara bonita cuando le miro. Están tarde que no sé ni que hora es. El tiempo me ha dado tanta conversación entre los silencios, que amanece con seriedad el día.


Estoy echa polvo, pero me repongo en segundos. No sé ni como lo hago. Pero mi mente es la que me da imágenes que enriquecen instantes de sabor dulzón y agradable para saltar y soñar en un mañana sin tantos miedos.

viernes, 19 de noviembre de 2010

El hombro sensible


La sombra hechizo el camino un día, y comencé a seguirla ciegamente. Dejaba su curva en el suelo para hacerse notar diferente y creo que escondía muchas historias detrás de aquel negro borroso. Nadie decía nada del que la acompañaba, ni de ella misma. Se guía por impulsos secos y lentos. El día estaba encapotado y triste, daba ganas de no enfrentarse a él, ni a lo que se espera tras la puerta, al girar la llave para depués salir.


Persigo cosas que ya han desaparecido. El tiempo es el culpable y el ladrón. Las últimas hojas tapan los pies por el camino, y el viento sospecha que le voy a contar algo al oído y se esconde. No es nada, solo es cada sentimiento apoyado en mi hombro. Para que me ayude a sostenerlos.


Se acercan hacia mi con su alma empapada en cada ojo. Lágrimas que no quieren quedarse dentro para siempre. No es tristeza, están bañadas de impotencia. Caen tan rápidas que no da tiempo ni a contarlas. Cristalizan el abrazo roto de llanto mudo, susurran al oído que no saben que hacer. Y la silueta en el suelo se adelanta para guiar a ambos. Cada cuerpo cercano se siente tembloroso ante el frío del mío. Mis manos están como témpanos que se van deshaciendose poco a poco. Consumen la expresiva candidez, roban la energía y la mirada de los ojos destraidos que me acompañan. Me llevo su húmeda tristeza en el hombro y doy la sonrisa conciliadora de un momento. Que nadie se atreve a irrumpir. Ni siquiera la inoportunidad de algún desalmado.


Estoy llena de abrazos, vago buscando más para completar la absurda colección de la tristeza. Mi alma reposa en silencio. Y ya no sé como parar la venida del dolor. El hombro carga con lágrimas de color negro, con olor a alcohol, con frases sin rima y desperdiciadas... No me quejo espero saber cual es el mejor momento. Busco la palabra amiga, el temeroso consejo y la fuerza que no tengo para regalar, sin pedir nada a cambio. Me llevo su dolor en el lado izquierdo. Cerca del corazón. La lluvia se posa en él cuando salgo a fuera. Se da cuenta de que aquel pequeño ángulo de dolor, es solo para agua salada, no dulce del cielo con azul alegría.


Estoy atrapada con las emociones encendidas, y merecen que selle aquello con un gesto de bondad. Me siento única, al no haber nadie con un hombro que sepa recoger el llanto, y guardarlo.


El arco iris muestra su sonrisa y cada nube me da suerte en lo alto. Parece que la niebla de hace un rato se ha ido a descansar. Cargo con pena de otros, con rabia. Surge lo guardado en el submundo de las dudas y los conflictos. Ahora sale todo hacia arriba para dejarlo marchar. Se ha manchado la ropa y el viento que aparece tarde, seca cada una de las manchas húmedas para aliviar tanta carga. Acaricio la zona y siento cada historia, cada momento y cada mirada vertida en la ropa. Se corta la respiración recordando...


No juego con mentiras, cuando el corazón late a su mismo ritmo. Entendiendo su rincón del dolor, del miedo... No me falta ese lado de mí cuerpo cálido y sensible para prestar en cada momento, pero si las palabras en ocasiones. Ellos saben que estoy allí, incluso antes de comenzar a seguir a mi sombra. El hombro es poseerdor de los abrazos, del cansancio y de la confianza tan esquiva a veces...

martes, 16 de noviembre de 2010

La suerte estaba echada


Me acuesto con todo planificado, hasta donde va a salir cada una de las estrellas. La noche es corta y no sabe esperar a que pueda buscar el sueño que relaje mis ojos. Casi sin darme cuenta, puede saber con un simple pensamiento del más acá ó del más allá algo, que me dejo poseedora del guión de un día que nunca me hubiera gustado protagonizar. Aquí estaba, quieta ante dicho pensamiento sujeto con fuerza. Que vino hacia mí sin pedir permiso. Y le abrí la puerta, también es verdad que buscan cobijo en alguien que les dedique un instante. Aunque ahora recuerdo que en mi puerta puse no quiero saber más.


Me siento victima cuando atraigo esto, pero mí loco pensamiento, golpeaba dañando la cordura. Lo quise dejar en casa. Si, me empapaba la locura, porque esto es una locura, lo que puede pasar por la mente y dejar marcado una idea trasformada en futura realidad maldita. La sensación quedo colgada como si no hubiera pasado, lo preferí. Pero nunca he sabido como se puede tener las guías del tiempo con tanto tiempo, para saber que esto iba a pasar. Solo me falto saber quien era la verdadera victima. Pensé que yo, a lo mejor lo deseaba. Aunque no lo sentí dentro como una hecatombe de mi alma, pero lo sentí de alguien cercano. De esas veces que reconoces la sensación, pero asociada a algo malo. Y acerté de pleno. En está ocasión no me asuste del acierto. Me ha dejado en un estado de bloqueo paralizante.


Tuve nuevamente buen tino para adivinar lo malo. Paso lo que tenia que pasar, y nada lo evito. Luego, siempre mi alma se queja, porque no le hago caso, no quiero saber, o si, pero no de esta manera, no asociado al dolor. Estoy triste, dolorida y con un espesor raro en el corazón. No sé por qué sucede, y sé que hay algo que lo atrae, los designios del universo, la energía, o para lo más escépticos la casualidad, te ponen en la manos el conocimiento de un mañana con drama. En el momento en que me puse por la noche a decorar el cielo, ojalá hubiera pedido a una de las estrellas negociar. Pero ya era de día y la suerte estaba echada.

martes, 9 de noviembre de 2010

Al este


No hay lugar al este sin que venga el viento y pregunte por la ciudad de las sonrisas. En la desbandada de hojas y papeles se siente el aroma de los paseos, mezclándose entre las calles los sabores amargos y dulces de la vida. Lo rancio, se desecha y no hay cabida a que entre en cada esquina, el fruncir de los ceños solitarios. La oscuridad antes de encender las luces despierta con un suave ronroneo a las calles.


Los bostezos dan su tono de color y las palomas vuelan lanzándose con fuerza desde los balcones, y comienzan pintando el aire de color de paz y llenando de oportunidades a la dormida urbe. La impaciente y joven ilusión acomoda todo en su lugar, para que luzca con fuerza el levante. Los bancos fríos alcanzan un poco al sol robando su manta de hilo dorado, para calentar a la suerte. Se cargan las nubes de agua recogida de las lágrimas del vicio y del drama. y huyen escondiéndose en el alcantarillado del firmamento, cuando su peso es inaguantable desde lo más alto de la paciencia.


Me encontraré con ellos al este del edén. Cada corazonada se da sin preguntar nada a cambio. Cada latir de la profunda amargura se olvida en la fosa de los acontecimientos. Hoy los buenos amigos bañan el alma de los gestos malos, que con su suciedad estropeaban este lado de sentimientos buenos. El bosque, lo verde y frondoso florecen buscando la razón de la vida, las ilusiones marchitas, la tibias palabras y los perdones que se esconden detrás de las sombras. Aparecen para quedarse con la realidad de cada día. Camino despacio por la calle y siento que me encuentro al este de mis problemas. Las flores alzan sus pétalos abrazando a las débiles motas de polvo que sobrevuelan en busca de un rincón para disfrutar en calma y de la belleza. La gente, el volumen de sonidos, la alzada de cada estatua de un mimo en el parque llenan de carcajadas el color gris del pavimento.


Hoy hay que reír, hoy no se sueña con monstruos. Hoy dejo empujar la parte cómica para que salga a escena y dar a la brisa el toque que la falta. En la ciudad de la alegría no existen las malas caras. Se es feliz, porque es la única prioridad. En este lado está la gente que no llora. Es el sitio más adecuado para reirse de la vida y de uno mismo. Se corre para tocar a la tierra mojada en primavera. Se corre para que los carámbanos del miedo se deshielen de los tejados. Aquí viven los mejores, no hay nadie por encima ni por debajo, ni diferentes raseros...


La sonrisa es la ley y la carta de presentación. Te puedes encontrar en cada rincón a los finales felices y a las versiones que nunca se contaron de los malos, para defender su inocencia. Aquí, se ve el lado positivo de la tristeza. Surge ser uno mismo y cada sonrisa enciende el apagón, que sufrió los sentimientos en el otro lado.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Algo de...



Muero y sigo muriendo de ganas, por respirar con la boca que sonríes. Enloquezco en infinitos intentos por llevar la contraria a cada uno de mis instintos, moviendo el mundo y las hélices en contra del viento.



No, no quiero salir de cada caricia que aviva las ganas de comprar esos ojos, aunque el miedo me haga pensar que hay un mejor postor detrás de todo esto. Canto ensordeciendo a la lluvia, para que me empape la garganta seca, por la ausencia de los besos, y me devuelva con cada gota, lo que arrastro celosa de nuestro paladar.



Muerdo entre delirios la almohada en busca de un poco de tú aroma. Y recojo un puñado de dentelladas de una tela con sabor a lágrimas. Es tarde y a pesar de eso, sigo entre narcosis enganchada a su cuerpo y a la piel ardiente. Fuera ha llegado el frío invierno y no tengo ese abrigo en la cama. Nado en cada uno de los ríos de sus labios en busca de los susurros, que encendían cada una de mis noches apagadas. Cierro los ojos buscando alcohólica la irrealidad. Me dejo penetrar por su mundo, que ya no es el mío. Perdida por cada bueno y mal pensamiento, cada marisma con y sin fondo...


Echo freno al recuerdo, y detengo las ganas de sentir esa fuerza sobrenatural que me empuja a seguir abrazándole. La piel pide sentir nuevamente una caricia... Los labios suplican el contacto en los ciegos y vacíos pensamientos que se escapan todavía. Detengo todo y ahogo a la tormenta, hablándola y haciéndola falsas promesas. Ya no volveré a detenerme en ninguna estación de poetas. Cruzo los dedos, dejado un hueco a los sueños por última vez...




Que gris es el día sin un te quiero, que poco brilla el sol con la callada de las golondrinas. Como las hojas lacias caen encima del lago de soledad en busca de un reflejo de frescura. La calle sopla fuerte, borrando nuestras huellas de aquellos paseos de amor inquietante.


Que largo es el camino sin arrancar las margaritas y perseguir a las mariposas en una secuencia de "ñoñerias" imaginarias. Como saber si hay luz detrás de cada resplandor del sol. Si la luz se ha girado hacia un lado, y el color de las sonrisas se han teñido de monocromía triste.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Un trozo de costilla





Con el labio roto, la sonrisa quemada y las piernas cosidas en un cruce de no dejar profanar la rabia. Vive enferma de miradas que la acuchillan por dentro, se desgarra en un frenado de golpes. Está en una isla naufragada, el alma vuela hacia un bunker escondido, para evitar convertirse en polvo al oír el atronador golpeteo de fuera. Su corazón no la suelta de la mano, para que busque el valor que les falta a ambos. Se ha convertido en la sombra del odio, del temor... Escala el suelo. Cae de golpe!..., apretando los dientes tintados de sangre de nuevo escala con sus dedos temblorosos y arrugados hematomas la pared, que sostiene parte de su cuerpo dolorido y maltratado.

Para poder salir al mundo, disfraza su helada mirada con gafas de sol eclipsado y maquillaje de tono secreto. Sale a la calle a sentir la libertad del viento y a que la lluvia mime sus llagas...





Quien hay detrás de las lágrimas al brotar?. Detrás de los muros de la falsa felicidad convive con los fantasmas locos del silencio y la bestia de pantalones, que escupe una verborrea inhumana y macabra. Su paisaje se llena de una monstruosa sensación, al ver que nunca se acaba el horizonte de horrores. Quebrada de espanto ha olvidado sus ganas de ser mujer, para volverse trébol sin suerte, pisoteado. Cada astilla de su dolorido cuerpo escribe finas palabras con sangre vertida. Cada puñetazo marcado en su piel, cada pitillo apagado sobre sus poros, masacra su dignidad. Se muere su piel y la hace morir un poco a ella. Esta en el abandono. Situada como imagen ficticia de un mundo de hadas de todos sus sueños. Son todos aplastados y convertido en tinieblas, ya no sabe como poder sobrevivir a tanto quebranto de huesos.


Ella, camina con la espalda curvada, tiene miedo a salir de allí viva, porque sabe que las amenazas la esperan en la siguiente esquina. Sus palabras suplican la búsqueda de la coherencia en un ser que esta minado su cerebro y desterrado sus valores como hombre protector. Y él no para de devorarla con destelladas de cólera.


Las manos de la cobardia chorrean sangre. Con cada golpe apaga su hombría, deja de ser hombre, para convertirse en rata de cloaca. Los latidos de su corazón la sueltan de la mano dejándola sola por un instante, van pereciendo por segundos su ganas de vivir. Espera a que la noche la calme y su luz atenúe a la realidad. Huye con excusas, huye del dolor con perdones. Se la ha olvidado que no está sola ante su demonio..., ve su final cerca. No tiene ganas de respirar, una de sus costillas se fracturo y no se dio cuenta. Esta caída y no tiene fuerzas para sacar a la mujer luchadora que lleva dentro. Se ladea buscando la rendición. La bocanada de sangre que la viene a su garganta la manda a un estado de inconciencia.


Los tímpanos se revientan y rasgan por su camino el tejido de susurros y dulces palabras, que con amor guardo en un pasado, ahora su amor no es amor... La cabeza es un saco de golpes, sin arena. El suelo se pinta de su silueta. Ella está envuelta en desaliño y la tapan todas sus sangrientas heridas. Sólo se aprecia su desfigurada belleza machacada, que se despide de su cuerpo. Se va dejando apresar y llevar lejos de allí, donde podrá descansar en paz para siempre.

lunes, 1 de noviembre de 2010

País con sentimiento


El país toma la palabra, con voz seria observa y calla dejando su mirada clavada en el suelo. Este está sembrado de flores marchitas con pensamientos que frustraron la verdad de las ilusiones. Todavía guarda ese fuerte olor a sentimientos duramente sentidos. No puede dejar de avergonzase al echar la vista atrás y casi sin respirar, deja ver un hecho que marco un clamoroso y alboroto pesar. Hace años los tiros le ensordecieron y la sangre le dejo señalado con un tono gris, que hoy en día todavía las palomas viajan, para ir vistiéndolo de calma. Le dejaron marcado sus entrañas de tumbas, de muertos, de seres con un rostro y apellidos de consanguinidad, pero con banderas opuestas.



Su recuerdo abre heridas, y avivan viejas rencillas de un pasado ya tan lejano, pero que parece que está a la vuelta de la esquina. Se siente tan compungido, este viejo país, y no entiende cosas, que no le fueron explicadas. Solo recuerda a su gente, como se dejo la piel en cada amanecer. Ahora le toca luchar a él. Con la rabiosa intención de no dejar caer a las impulsivas mentes que van llenando su tierra, en las mismas piedras y volver a ser el campo de batalla de los hogares de los niños, y no tan niños.




Desea sentir que la España se vuelve, el lugar de los sueños. Busca contemplar, que sus campos se han vuelto un remanso de futuro, y nazcan las ganas de sacar de sus tierras el manjar de cada fruto. Su corazón palpita ansias, ya no tiene las fuerzas para volver a ver levantar un arma. Ni para ver encañonados a sus hijos. Su tierra esta demasiado empapada de odio, para seguir regándola aun más, hasta llegar a putrefacta todos los rincones de su viejo rostro. No puede dejar de mostrar la repulsa ante las armas, tan vil metal y mortífero. Porque las armas matan, y destruyen creando un dolor irreparable en el orgullo de una nación.




España el lugar donde fue arrasado lo más bello, el paisaje, la sonrisa de su gente, las ilusiones de un mañana con ganas de vivirlo... Hoy sigue con miedo, guarda cosas que solo el tiempo borrará. Entre sus manos esconde las diferentes formas de mostrar las realidades, que cada uno vivió, o le fueron contadas. Pero todas con un final lleno de perdedores. ¿Vencedores? la muerte, el dolor, la soledad y el rencor.... Moribunda victoria que nadie alcanzo y llenaron de horror y de cadáveres casi todo, la otra parte se lleno de vacío.



La peor catástrofe, fue tener que sentir a su pueblo con brutal diferencias. Y temblar al saber la manera en la que se dejaron llevar. Disparar hacia caras familiares y amigas, era terrible ver como la sangre, la misma sangre, se divide en dos partes, esas almas un día nacieron del mismo vientre. La profanación de la tierra donde cada familia sembró los deseos. Una hermandad rota y a punta de pistola, cargando balas de miedo. El rojo desdibujaba un paisaje, rompieron el de blanco y negro, para quedar sumidos en lo lúgubre. Todo iba quedando devastado, lleno de pobreza.



Como aupar el ánimo de una nación?, como sacar de una tierra herida el manjar de los alimentos?, como levantar de nuevo la cordialidad?. Había que reinventarse y volver a alzar todo, sobre todo los ánimos. El hambre era los buenos días de cada mañana, la imagen de color ceniza y ruina rodeaba cada rincón. Y había que aprender a vivir de nuevo, y sentir que de aquello se podía salir.



Ha gritado tantas veces el país a la vez que los tiros en las calles solitarias, que ya está afónico. Un pasado con visión de blanco y negro, y un presente con colores pálidos de recuerdo. Todavía se siente el olor a muerte, la luz con resplandor de sufrimiento, la pobreza chorrosa en los barrios. El miedo era un dictador en la sombra. En ese momento nadie sabía nada. Los conflictos se habían calmado a base de ríos de sangre del color que fuera. Una lucha donde se trataba de controlar un país, controlado por la soberbia de sus gentes.