La
cama se ha vuelto la trinchera de muchas batallas internas y las sábanas
sepultan un cuerpo que todavía no se ha dado por vencido. La sal de los ojos
corre en un rio sentimental con mirada borrosa y desordenada.
El
ambiente se emborracha y gira los pensamientos sin sentido y algo cobardes. Se
esconde los suspiros bajo la cama con miedo de quedarse sin aire. Con mucho miedo a quedarse a solas.
El
silencio es la compresión mística y profunda que hay entre la habitación y la
escasa luz que golpea las pupilas acuosas.
Tal
vez mañana se pueda combinar mejor el día con la noche, tal vez se pueda equilibrar
las estaciones de ahí fuera.
¿Quien
sabe dónde se habrá metido el corazón del inocente?. Sigue intentando ser el aventurera
de las estrellas y hoy solo calla en su necesidad de calma. Todo huele a
quietud y a destrozo de emociones. Todo
se mece en un hilo de palabras lejanas y lánguidas.
Los pensamientos respiran y corren por dentro sin escapatoria y vuelven una y otra vez para amenazar entre sueños. Han debilitando las sabanas mudas al llanto, y se retuercen sin ganas. Las palabras rotas se duermen agotadas y sin más que decir.
No puedo amar sin darlo todo, ni puedo levantarme para mirar al cielo sin coser su nombre en mi alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario