Sentir que he parado en seco dentro y fuera el
cuerpo.
Morir en brazos de la rendición, y poder ganar
cien quimeras junto al calor de tu piel.
Crear un sueño del que nunca me despierte, y
dónde nadie quiera despertarse.
Dejar en la estacada lo que llaman necesidad
para solo encontrar al otoño inquieto.
Saber que es reír, sin forzar, ni partir de un
recuerdo bueno... reír dando sin merecer más que lo que das al viento.
Sacar las palabras dónde nunca quise que las
hubiera. Para lograr que germinen con los besos.
Colocar una piedra encima de esa cima con
cuerpo de libertad.
Poner de patitas en la calle a la tristeza de
mente y que no vuelva sin mejores planes.
Qué mis manos sigan empujando puertas y los
pies no se queden solo en el umbral.
Aceptar el tiempo que ha pasado y volver a
empezar en este tiempo que vendrá.
Regalarme un momento de perdón, pero del
bueno.
Dejar de caminar de puntillas por la yerba y
sentir como el suelo me empuja hacia delante como si de una amiga se tratara.
Querer
llegar a ti con mi pensamiento, y que sea tan fuerte nuestro encuentro como un
dialogo de pasiones arrebatadas.
Amar con la fuerza de un tren, y la ternura de
un felino errante...
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